𝘾𝙖𝙥𝙞́𝙩𝙪𝙡𝙤 𝙤𝙣𝙘𝙚: Caos.

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Pasar estas cinco semanas en Hawái me han hecho bien. Me siento más liviano o relajado, como si me estuviera convirtiendo en un hombre nuevo. Me pasaba el día entero con Rin, saliendo a la playa o a la pequeña selva de al lado. Incluso hubo varias veces en las que me atreví a ir más a la sociedad. Entramos a tiendas de ropa, comimos en restaurantes, pasamos un día entero dentro de un hotel sólo para parejas. Me atreví a romper algunas reglas para mantenerme oculto del mundo.

Aún así me sentía perfecto. Junto a ella estaba mejor. Despertar y verla casi todas las mañanas desnuda abrazada a mí me hacía sentir feliz. Quería imaginarme una vida con ella, en serio deseaba eso, pero Rin fue clara que no quería una relación tan extensa. Podías ser pareja, incluso novios si así lo deseaba. Pero no estaba interesada en buscar el amor tan profundamente y menos ahora que su carrera estaba tomando mucha más altura. Acepté su deseo pero me sentía algo triste por eso.

—Rin...

Esa mañana me levanté más tarde que ella. Arrastré los pies muy perezoso hacia la cocina. La ví acostada en el sofá escribiendo algo en su laptop. Me acerqué un poco a ella y pasar mi mano por su mejilla. Rápidamente cerró la computadora y me vio algo nerviosa.

—¡Me asustaste!. — grita.

—Lo siento.. No estabas en la cama cuando desperté.

—Estoy terminando un artículo. Me levanté temprano para hacerlo. — soltó un suspiro y dejó la computadora a un lado. Se levantó un poco y vino a abrazarme y besarme. —¿Cómo estás?.

—De maravilla.. — sonrío.

—He preparado huevos revueltos con tocino. Te he dejado tu porción en el microondas. — se separa y carga la laptop. —Me iré por un rato.

—¿Para qué?.

—Ya te dije: tengo que terminar esto.

—¿No puedes hacerlo aquí?. — saco mi desayuno del micro y busco en la nevera jugo de fresas que hice ayer.

—Me distraes.

—No lo haré.

—Y también es confidencial lo que estoy redactando.

—¿Por qué?. — la miro, luego bebo de mi jugo.

—Porque es confidencial. Te lo acabo de decir, tontito.

—Pero yo no diré nada. ¿No puedes decirme algo?. — ella se acerca y me da un beso en los labios.

—Yo no te molesto ni te pregunto lo que haces o para qué es los dibujos eróticos que me haces.

—Sólo me inspiras. Nada más. — resto importancia.

—Claro. Dibujas tan bien mi vagina que me hace dudar si es papel o la real

—Basta.. — siento un leve sonrojo en mis mejillas.

Rin sube las escaleras soltando carcajadas. Decido dejarla irse a terminar su trabajo. Subo con el desayuno al balcón de la terraza de arriba y allí como mientras veo el mar en calma. A lo lejos creo ver unos delfines saltando, o eso creo. No estoy seguro si en Hawái hay delfines.

A la media hora vuelvo a bajar y ya Rin no estaba en la casa. Me doy una ducha decido pasarme el día recorriendo la ciudad. Y a la hora y media volví de vuelta a la casa.

Al momento de llegar el teléfono me suena en el bolsillo. Es Kagome. Contesto su llamada feliz.

—Kag..

—Prepara la puta maleta y enciérrate en la casa.

—¿Qué pasa?.

—Se filtró tu ubicación y la dirección de la casa. Ahora mismo hay un montón de reporteros yendo hacia allá. Te he encargado unos guardias de seguridad y tienes vuelo hacia Chicago a las 12:00 AM.

—¿Estás bromeando, verdad?. — el cuerpo me comienza a sudar y siento otra vez esa sensación rara.

—Revisa las putas redes sociales y cuando llegues aquí te voy a matar. Fui clara en que tuvieras cuidado y que no salieras mucho de la casa. — cuelga.

Dejo el teléfono a un lado y subo a preparar la maleta. De inmediato logro meter la ropa en desorden dentro de la maleta y suelto una maldición.

Vuelvo a bajar las escaleras con la maleta a rastras y agarro el teléfono otra vez. Las redes están infectadas de mi otra vez. Entro a una página de chismes y un usuario secreto publicó una foto mía caminando por la ciudad junto a Rin tomados de la mano y riendo. También se colaron varias de mí y en otras también se incluía Rin, pero no se veía su cara. Sólo la mía.

—Mierda...

Afuera está atiborrado de gente con cámaras y micrófonos. Los flashes aumentan cuando alguien me ve por la ventana y me empiezan a sacar fotos. Subo de vuelta a la habitación y me quedo allí sentado frente a la cama. Mirando el pedazo de cielo que logro observar por el balcón cerrado y el bullicio que hay abajo.

5:00 PM

Llegaron las cinco de la tarde demasiado rápido. Kagome ya me estaba diciendo que saldría de la casa las 5:30 PM junto con varios guardaespaldas. La policía también estaba aquí para apoyarme y lograr salir de la isla. Estaba aterrado. De alguna manera ese montón de flashes me están traumando y cambiando mi forma de ser. Y todo por un pequeño error mío.

—Incluso el león más grande muere por la manada de hienas... — susurro en voz baja. Eso me lo dijo Hashi una vez, odiaba esa frase suya que terminé atesorando como muestra de mis errores en el pasado.

Recibo una notificación en mi teléfono: uno de los guardias me informa que ya es hora de irme. Cada segundo para mi es contado.

Salgo con total calma de la casa y las cámaras me apuntan sin disimulo. Los de seguridad me ayudan para que nadie se acerque. Observo a algunos reportaron haciendo su trabajo, no los culpo por eso: soy primicia, un platillo de calidad para las noticias. Al final de una fila hubo alguien que me llamó la atención. Una persona encapuchada con un abrigo verde y una mascarilla negra cubriendo su rostro. No tenía cámara o micrófono, pero si unos ojos dorados que me siguieron hasta el momento de entrar al auto.

Si antes estaba aterrado, ahora se volvió peor. ¿Desde cuando los ojos dorados se volvieron tan populares entre la gente?

Continuará...

SESSHOMARU: Alas fuera del burdel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora