𝘾𝙖𝙥𝙞́𝙩𝙪𝙡𝙤 𝙙𝙤𝙘𝙚: Pérdida de confianza.

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El vuelo hacia Chicago fue una tortura. Al llegar al aeropuerto de Chicago un montón de paparazzis ya me esperaban en las puertas del lugar. Me sentía casi sin aire con ese montón de personas a mi alrededor, haciendo fotos y preguntas y tratando que violar mi espacio personal. Los guardaespaldas se encargaron de que llegara sano y salvo a un Mustang negro en el parking.

Al entrar rápidamente el auto se puso en marcha. Kagome maneja muy rápido.

—Kagome, no sabía nada de esto..

—¿Dónde está ella?.

—¿Quién?. — pregunto algo dislocado.

El auto se detiene abruptamente en medio de la carretera. Los otros conductores suenan los claxon de sus vehículos y pasan por el lado.

—Sesshomaru, no estoy jugando. ¿Dónde está tu acompañante?.

—¿Rin?.

—Sí..

—No lo sé... Se fue en la mañana de ayer y más nunca supe de ella.

Ella se aprieta el tabique nasal y suelta un pesado suspiro. Pone de vuelta en marcha el carro con su típica mirada sombría y sus ojos sin color.

—¿Qué pasa?.

—Te están cazando y lo están logrando. Las páginas de tu pasado se van a revelar en cualquier momento.

—Esos archivos no existen, Kagome.

—Sí existen.

Ahora quien se queda dislocado soy yo. Ese día ví como mi expediente viejo era quemado frente a mí, con todo mi pasado. Es imposible que se hallan juntado cenizas para recrear lo que fui una vez. Levanto el culo del asiento trasero y me cuelo en la posición del copiloto junto a ella. La miro algo serio, estoy en shock.

—¿Cómo así?.

—Hice copias de todo. Creía que algún día necesitaría eso para algo, incluso si tenía que ponerte en tu lugar o si te ponías en mi contra. Tendría esos expedientes e identificaciones como as para acabar contigo.

—¿¡Te das cuenta que los están usando en mi contra!? ¡Se supone que eso ya no existía, Kagome!.

—No me grites. Mujer precavida vale por dos...

—Mujer precavida una mierda, Kagome. Casi no puedo salir a la ventana a fumar. Siempre hay un flash tomando mi cara, una pregunta que no puedo responder. Estoy aburrido de verme en los noticieros y en las redes sociales.

—Cierra la boca. Si te está pasando esto es porque tú mismo te lo buscaste. Te lo advertí varias veces, pero al parecer te malcrié mucho. Pareces un niño asustado.

—¿Cómo no estarlo cuando hay millones de personas a punto de conocer mi pasado?.

—No es tan malo después de todo.

—¿Ah, sí?. — suelto un bufido. —Claro. Porque ser hijo de una prostituta y trabajar en un prostíbulo de mierda hasta los 20 años es la cosa más común del mundo. Por supuesto. Tantas mujeres y hombres se han ganado Óscars por su trabajo de mierda. ¡No me jodas, Kagome!.

—Estoy haciendo lo que puedo, Sesshomaru. El asunto se me está saliendo de las manos y tú no me estás ayudando. — da vuelta en una esquina y la velocidad desciende. —A partir de ahora estarás conmigo. Estoy recurriendo a cualquier método para que la verdad no salga a la luz.

—¿Por qué esos archivos salieron a la luz si supuestamente los tenías tú?. — detiene el auto y todo se vuelve en un completo silencio. Ella aprieta el volante y suelta otro suspiro.

SESSHOMARU: Alas fuera del burdel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora