𝘾𝙖𝙥𝙞́𝙩𝙪𝙡𝙤 𝙙𝙞𝙚𝙯: Hawái

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Casa de verano en Hawái
Sesshomaru

Llegué hace un día aquí. La casa por suerte estaba limpia y había comida para por lo menos una semana. Luego veré como me organizo para hacer las compras. Kagome me dijo que la chica de la limpieza viene los lunes en la mañana, limpia y luego se va.

La casa tiene vistas espléndidas al mar. El área de la playa que abarca la casa es grande y privada. Eso es lo que más me gusta: playa privada. Sólo para mi un pedazo de mar que probablemente no usaré pero ahí estará. Al lado está una pequeña selva, sin animales peligrosos hasta ahora. Sólo senderos para recorrer y una cascada a unos pocos kilómetros. Yendo a pie sería hora y media; en todo terreno se reduce a 30 minutos o menos.

También se puede acceder a una pequeña laguna, parte de la cascada, por el mar. Lo malo sería que hay que hundirse a profundidad y bucear hasta arriba del hueco que conforma laguna y esa agua se conecta con el mar.

Odio bucear. Admito que la vida marina es una de las cosas más hermosas del mundo; pero sumergir la cabeza completamente en el agua y estar así por muchos minutos me traen malos recuerdos.

Pero, para mi buena suerte. La casa tiene dos piscinas. Una enorme alberca con jacuzzi incluído, un área para jugar deportes y un pequeño ranchón para cocinar y hacer tragos. Esa es la exterior. La interior es más pequeña y privada en el segundo piso. Esta posicionada perfectamente frente a un gran ventanal que da vista al mar también. ¿Aburrido y cursi, no? Así es Kagome.

Estuve horas leyéndome un libro en la terraza de la azotea. No me había ni tan siquiera dado cuenta de que ya eran casi las 7:30 PM y yo no había preparado la cena. Cierro el libro y veo el poco sol que hay. De repente me siento demasiado flojo y cansado como como para prepararme algo.

—Pediré Delivery... Una pizza hawaiana estará bien... — susurro.

Bajo las escaleras y a punto de tomar el teléfono para hacer el pedido escucho el timbre de la puerta principal. Hago mi típica cara de extrañado y voy a abrir. Detrás de la puerta hallo la cara sonriente de Rin con una maleta detrás de ella. Ella sube un escalón y ya está abrazándome.

Cierto, la estaba esperando desde la mañana. Olvidé eso.

—Llegaste muy tarde... — tomo su maleta y camino torpemente con ella abrazándome aún.

—Lo siento. Tuve que visitar a una amiga. — se justifica. —¿Cocinaste?.

—No. Iba a pedir pizza.

—No lo hagas. Saldremos a cenar.

—No puedo estar paseándome en la calle.

Ella hace un puchero y se aparta de mí. Ni idea de lo que tiene. Se da la vuelta y se sienta pesadamente sobre el sofá.

—Ni siquiera te pareces al Sesshomaru Taisho que siempre veo en televisión.

—Alguien con buen ojo me podría reconocer..

—Ay, por favor. Sólo son excusas.

—Bueno si tantas ganas tienes de ir a comer, vete. Yo me quedo.

Me doy la vuelta y agarro el teléfono para hacer el pedido al restaurante que me recomendó la chica de la limpieza. Marco el número de rápidamente me atienden. Pido la pizza, unas cervezas y el mejor vino que tenían. Cuelgo.

—¿Te quedarás o no?.

—Sí.. — susurra.

Después de una hora y media llega el repartidor con la pizza y todo lo demás. Le pago todo en efectivo y le doy propina al muchacho. Abro la caja y el olor del queso junto con las especias hacen que mi boca se vuelva un río.

SESSHOMARU: Alas fuera del burdel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora