𝘾𝙖𝙥𝙞𝙩𝙪𝙡𝙤 𝙘𝙞𝙣𝙘𝙤: De regreso.

27 5 0
                                    


París, Francia
Kagome

Si hay algo que odio es la irresponsabilidad y en eso se destacan los trabajadores parisinos, o al menos estos trabajadores me están mostrando eso.

—Llegada tarde de algunos trabajadores, retraso en completar la obra, desorganización, irresponsabilidad... — cierro el libro sobre mi escritorio y miro enojada al jefe de brigada. Veo como suda la gota gorda. —¿Algo que decir?.

—Señorita, debe saber que algunos de nosotros tenemos problemas y familias y...

—Yo también tengo mis problemas y mis familias... — lo interrumpo. Saco un encendedor y una cajetilla de cigarros de una gaveta y prendo uno. —Y mira donde estoy: perdiendo mi tiempo con idiotas. — inhalo el humo. —Quiero que en 15 días esté todo completo. Ese es el tiempo que se demorarán en llegar los muebles y decoraciones de la recepción y no quiero que se dañen. Así que muevan sus culos franceses y terminen el puto hotel ya.

Él agacha la cabeza y sale de mi oficina. Me aprieto ambas cejas y vuelvo a darle una bocanada al cigarro. Este país y esta obra me están costando la paciencia. Y sí: odio Francia. ¿Razones? Qué se yo. Odio este puto país de mierda y todos sus habitantes.

Escucho como me están llamando por la portátil. Leo el nombre y para nada me sorprende leer el nombre de mi padre. Imaginaba que pronto llamaría para saber cómo va todo. Suspiro y apago el cigarro sobre la mesa, contesto y lo veo atendiendo el celular.

—Tardaste. ¿Qué hacías?. — preguntó.

—Tratando de relajarme y recuperar la paciencia que estos tontos parisinos me están quitando.

Él suelta una pequeña sonrisa.

—Tranquila, Kag. Pasará todo muy rápido. ¿Has contactado con la empresa que proveerá los muebles?.

—Llamé anoche. Dijeron que en 15 días llegarán los sillones y esas cosas. Imagino que tú o mi madre se encarguen de el trabajo de decoración.

Asiente. Veo por detrás como su asistente le deja unos papeles y carpetas junto con una taza de café humeante. Apoyo mi barbilla sobre mi mano y suspiro.

—Lo hará tu madre o alguien. Imagino que tú no estés disponible.

—No lo estoy.

—¿Arruiné algunos planes?.

—Para nada. No salgo mucho con los pocos amigos que tengo.

—Que lamentable es escuchar eso. ¿Cómo está ese tipo que sacaste de un burdel?.

Suelto otro suspiro. Cuento internamente hasta cinco y vuelvo a respirar.

—Se llama Sesshomaru Taisho y está muy bien. Haciendo mucho más dinero que tú actualmente.

Él asiente con su cabeza sin darle mucha importancia.

—Bien por él. Debo dejarte, cariño. Tengo...

Antes de que termine cuelgo la llamada y cierro la computadora. Vuelvo a hacer inhalaciones y exhalaciones cortas y repetitivas. Tocan mi puerta unas pocas veces y entra mi asistente con un vaso. Deja el coñac que le pedí hace unos minutos sobre el escritorio y aparta la computadora y el celular.

SESSHOMARU: Alas fuera del burdel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora