𝘾𝙖𝙥𝙞́𝙩𝙪𝙡𝙤 𝙩𝙧𝙚𝙘𝙚: Noche de despedida.

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Bar-café
11:19 PM
Kagome

Sesshomaru es un imbécil, y yo también.

Es cierto: oculté ese pequeño secreto durante mucho tiempo e incluso revelé para que guardé esa información y aún así él no me quiso entender. Tal vez en su lugar yo hubiese reaccionado de la misma manera. Y ni hablar de la patética declaración de amor que hice la cual en instantes fue rechazada.

Solté un suave suspiro y llevé la fina copa de mi Margarita a los labios. El sabor del fino trago invadió mis papilas gustativas y nubló más mi cordura.

—Así está bien.. — me obligué a decir en voz baja. —Él tenía que sacar las garras en algún momento, ¿no?.

Volví a beber lo que quedaba del trago y por último pagué la cuenta. Salí de ese bar con un dolor de cabeza tremendo, por suerte mi secretaria me ha traído y me va a llevar al hotel de regreso. Subo al auto que me espera desde hace mucho frente al bar y cierro la puerta luego de entrar. Elizabeth me entrega una botella de agua, la cual acepto y me llevo el primer sorbo a la boca.

—Te ha llamado.

—¿Dijiste lo que te pedí?.

—Por supuesto. — el auto se pone en movimiento. —Dale tiempo, recuerda que esta pasando por un mal momento. Es normal que se encuentre así.

—No... Creo que es mejor así. — observo el movimiento del paisaje a través de la ventana; de repente a comenzado a llover.

Lluvia. A Sesshomaru le encanta la lluvia; una vez se enfermó por andar leyendo bajo un gran aguacero. Ese día lo regañé bastante fuerte como si él fuera mi hijo, o un hermano menor. Él sólo se reía y pedía perdón.

—Yo siempre lo he cuidado. Es momento de que sea libre de mi protección... Los pichones en algún momento tienen que salir volando del nido.

—Supongo que no querrás escucharme más decirte lo contrario. — asiento levemente. Ella parece comprenderme bien. —Bien.

El viaje se hizo bastante largo, acompañado de un sepulcral silencio y el sonido de la lluvia caer sobre el parabrisas y el techo del auto. Todo parecía ir en cámara lenta luego de culminar esa charla. Una vez más el vehículo se detuvo frente al hotel, bajo del auto sin decir una sola palabra y entro al lobby.

Me siento un momento en los sillones del salón: todo sigue muy callado. En la recepción hay un chico frente a la computadora encendida, tal parece que no quiere interrumpir en mi silencio. Suelto otro suspiro y subo al ascensor, presiono el botón que me lleva directamente a mi habitación compartida y en un minuto estoy ahí de nuevo.

La habitación está a oscuras, con las cortinas cerradas y solamente se escucha el sonido de la ventilación. En la cama hay un bulto que supongo que es Sesshomaru. Me acerco un poco, dejando el bolso de mano sobre un sofá y al estar cerca de él logro ver su rostro dormido. Levemente puedo verlo gracias a la escasa luz del baño que ilumina tenuemente sus facciones. Las mantas sólo cubren sus piernas, está casi sin ropa con su cabello negro y corto cubriendo su frente y parte de los ojos. Retiro los mechones oscuros de su semblante y sonrió a ese que logró romperme el corazón con palabras. En mi mente sólo están sus crueles palabras: tan sinceras y crudas que aún me hacen palpitar el corazón de dolor.

Llevo una de mis manos a sus mejillas: sigue estando igual de cálido. Siempre he imaginado a Sesshomaru como un niño pequeño, sabiendo que es todo un hombre, aún lo veo como un chiquillo de nueve años. Por eso siempre quise protegerlo, nunca quise que conociera la verdadera cara del mundo cruel para que olvidara su pasado completamente. Yo siempre quise ser ese angel guardián que nunca tuvo.

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⏰ Última actualización: Aug 06 ⏰

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SESSHOMARU: Alas fuera del burdel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora