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En la cabina resonaba "Golden hour", una melodía que invadía los recuerdos que ahora solo quedaban como vagos flashazos de lo que fue nuestra vida. En medio de todo el caos y el éxtasis de recordar, miré a Dmitri sentado mirando hacia la nada.

La luz tenue acentuaba su rostro y esos ojos de colores brillaban de una manera sutil pero infinitamente preciosa.

-¿Qué piensas? -pregunté, sacándolo de sus pensamientos.

-No es nada, solo recordaba -dijo mientras se levantaba dispuesto a dormir.

-Dmitri, espera -dije, poniéndome de pie y caminando hacia él-. No puedes dejarme con la curiosidad. ¿Qué recuerdas?

Él se detuvo, dándose la vuelta para mirarme. Sus ojos parecían más oscuros bajo la luz tenue.

-Recordaba cómo solía ser todo antes de que esto comenzara. La vida en la Tierra, la gente que dejamos atrás... todo lo que perdimos -respondió, con un suspiro pesado.

Sentí un nudo formarse en mi garganta. Me acerqué más a él, buscando algún tipo de consuelo en su presencia.

-Es difícil no pensar en eso -admití-. A veces parece que todo esto es un sueño del que no podemos despertar.

Dmitri asintió, su mirada fija en la mía. Había algo en sus ojos, una intensidad que no había visto antes.

-¿Te has preguntado alguna vez cómo habría sido nuestra vida si nunca hubiéramos tenido que dejar la Tierra? -preguntó de repente.

-Todo el tiempo -respondí, con un suspiro-. Me imagino cómo sería despertarme en mi cama, ir a la universidad, salir con amigos... cosas normales que solíamos dar por sentado.

-Sí, cosas normales -dijo Dmitri, sonriendo con tristeza-. Tal vez habríamos coincidido en algún lugar. Un café, una librería... podría haber sido algo tan simple como eso.

-Y podríamos haber tenido una vida diferente, una vida sin esta carga constante de supervivencia -añadí, mis pensamientos vagando hacia un futuro que nunca fue.

-Habríamos tenido la oportunidad de conocernos de manera diferente, sin la presión de una misión que define cada aspecto de nuestras vidas -dijo Dmitri, su voz baja y reflexiva.

-Una vida donde podríamos haber sido simplemente... nosotros -murmuré, la tristeza en mi voz resonando en la pequeña cabina.

Dmitri se acercó un paso más, su presencia cálida y reconfortante.

-Anastasia, hay algo que he estado queriendo decirte -comenzó, su voz temblando ligeramente-. Algo que llevo dentro desde hace mucho tiempo.

Mi corazón comenzó a latir con fuerza, anticipando lo que podría venir. Pero antes de que pudiera decir algo, él bajó la mirada, tragando saliva.

-No, olvídalo -dijo, su voz ahora más firme-. No es el momento adecuado.

-Dmitri... -intenté protestar, pero él negó con la cabeza, interrumpiéndome.

-Anastasia, no podemos permitirnos esto ahora. Nuestra misión, nuestra supervivencia, es lo más importante. No podemos distraernos con... otras cosas -dijo, con una tristeza palpable en su voz.

Sentí una punzada de angustia en el pecho, una sensación de vacío que no podía llenar.

-Entiendo, pero es tan difícil no pensar en lo que podría haber sido, en lo que podríamos ser -dije, mi voz temblando.

Dmitri alzó la mirada, sus ojos brillando con una mezcla de tristeza y algo más profundo.

-No es fácil para mí tampoco. Pienso en todo lo que dejamos atrás, en todo lo que podríamos haber tenido. A veces me despierto en medio de la noche, sintiendo que me ahogo en la oscuridad -confesó, su voz quebrándose.

Me acerqué más, tomando su mano en la mía.

-No tienes que cargar con esto solo, Dmitri. Estoy aquí contigo, siempre lo estaré -dije, mis ojos llenándose de lágrimas.

Dmitri apretó mi mano suavemente, su toque cálido contrastando con la frialdad de nuestra realidad.

-Lo sé, Anastasia. Pero tenemos que ser fuertes. Prometo que, cuando todo esto termine, hablaremos de esto. Prometo que no dejaré que estos sentimientos queden sin decir -dijo, con una voz firme pero llena de emoción.

Asentí, sabiendo que era lo mejor que podíamos hacer en ese momento, aunque la tristeza y la angustia se aferraban a mí.

-Está bien, Dmitri. Te creo -respondí, con una sonrisa triste.

-Gracias, Anastasia. Buenas noches -dijo, antes de retirarse finalmente a su litera.

La cabina seguía resonando con "Golden hour", una melodía que parecía insistir en evocar recuerdos y emociones profundas. Después de que Dmitri se retirara a la litera, quedé un momento más de pie, mirando el lugar vacío donde había estado. La sensación de pérdida y nostalgia era casi abrumadora, pero la promesa de Dmitri me dio una chispa de esperanza.

Suspiré y, con pasos lentos, me dirigí a la litera que compartíamos. La cabina 36 era pequeña, pero nuestra cama era un refugio de calidez en medio de la frialdad del espacio exterior. Me acomodé al lado de Dmitri, sintiendo su calor cerca de mí. La litera, aunque estrecha, nos obligaba a estar cerca, y ese contacto era un consuelo inesperado.

A medida que me acomodaba, mis pensamientos seguían vagando por los caminos de lo que podría haber sido. Recordé cómo Dmitri y yo habíamos encontrado una conexión inmediata desde que nos seleccionaron para la misión. Había algo en su mirada, en su forma de ser, que siempre me había atraído. Y ahora, con nuestra proximidad física forzada, esos sentimientos solo se intensificaban.

Me giré ligeramente para mirarlo. A pesar de la penumbra, podía ver el contorno de su rostro, su respiración lenta y constante. Mis dedos rozaron suavemente su brazo, buscando una conexión, un ancla en medio de la oscuridad.

-Dmitri... -susurré, sin esperar una respuesta. Era más un deseo de sentir su presencia, de saber que estaba ahí.

Él se movió un poco, su cuerpo acercándose más al mío. Sentí su aliento en mi piel, cálido y reconfortante.

-Anastasia... -murmuró en respuesta, su voz apenas audible, pero llena de una ternura que me hizo sonreír en la oscuridad.

Me acomodé aún más cerca de él, nuestras piernas entrelazándose de manera natural. Su brazo se deslizó por mi cintura, manteniéndome cerca, como si temiera que pudiera desaparecer.

-Prometiste que hablaríamos de esto cuando todo termine -dije en un susurro, mis labios casi tocando su oído.

-Y lo haré. Te lo prometo, Anastasia -respondió, su voz resonando con una firmeza y una calidez que me hicieron sentir segura.

Nos quedamos en silencio, pero era un silencio cargado de significados no dichos, de sentimientos latentes que, aunque no podían ser expresados en palabras, se sentían en cada caricia, en cada susurro, en cada respiración compartida.

A medida que la melodía de "Golden hour" se desvanecía lentamente, cerré los ojos, permitiéndome un momento de paz. Sabía que el camino por delante sería difícil, pero en ese instante, en la calidez de los brazos de Dmitri, me permití soñar con un futuro en el que podríamos ser algo más que compañeros de misión. Soñé con un futuro en el que podríamos ser simplemente nosotros, sin las sombras del pasado o las incertidumbres del presente.

Y, con ese pensamiento, me dejé llevar por el sueño, confiando en que, pase lo que pase, Dmitri y yo encontraríamos la manera de estar juntos.

sombra estelar ✓ [Un Viaje Por Las Estrellas. Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora