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—Hemos llegado a Alpha Centauri, nuestro destino fijo ahora es Próxima Centauri —dijo la voz de la oficinista, resonando en el centro del área de Aurora, como un eco de esperanza en el vasto vacío del cosmos.

—Tenemos la esperanza de poder encontrar un lugar al que llamar hogar —las lágrimas, como perlas preciosas, comenzaron a rodar por sus mejillas, una muestra de una esperanza aún incierta.

—Dmitri, ¿puedes creerlo? —pregunté, sosteniendo su mano, y una sonrisa se dibujó en su rostro, iluminándolo como un faro en la oscuridad.

—Tendremos un lugar al que llamar hogar, tendremos un hogar juntos, Anastasia —su voz, melancólica como un susurro del viento, y sus ojos, brillando con una luz que no había visto en todo el tiempo que llevamos aquí, atrapados como la única esperanza de la humanidad, un tenue resplandor en el espacio infinito.

Asentí, sintiendo una mezcla de frustración y alivio, y de repente un remolino de recuerdos invadió mi mente. Mamá jugando conmigo mientras papá encendía la parrilla, su risa cristalina llenando el aire. Recuerdo su alegría mientras corríamos por el jardín, papá preparando las brochetas y mamá aderezando la ensalada. El aroma de la carne asada y el calor del verano, los cantos de las aves y el susurro del viento entre los árboles. Papá levantándome en brazos, haciéndome volar, y mamá observando con una sonrisa, sus ojos llenos de amor.

Después de la comida, papá nos llevaba a la sala y sacaba su vieja guitarra. Mamá y yo nos sentábamos en el sofá, y papá comenzaba a tocar las melodías que más nos gustaban. Su voz resonaba en cada rincón de la casa, y el sonido de las cuerdas llenaba el aire con una calidez reconfortante. Mamá a veces se unía, cantando en voz baja, y yo me acurrucaba entre ellos, sintiendo que no había nada en el mundo que pudiera separarnos.

Pero ahora, aquí, tan lejos de todo eso, esos recuerdos dolían tanto como reconfortaban. Esa felicidad pasada parecía inalcanzable, un recordatorio constante de lo que habíamos perdido y de lo que podríamos nunca volver a encontrar. Las risas y las canciones, los abrazos y las miradas de amor, todo eso era ahora un sueño distante, una imagen borrosa en la vastedad del espacio.

—¿Estás bien, Anastasia? —preguntó Dmitri, tomándome de la barbilla y obligándome a verlo directamente a esos ojos heterocromáticos que me llevaban a viajar a mil universos preciosos.

—Es solo que me alegra oír esta noticia, pero al mismo tiempo me invade una sensación de traición hacia quienes se quedaron —murmuré apenas en un leve susurro.

—Ellos están entre nosotros, si miras delicadamente. No se han ido, no se irán porque viven entre nosotros, en nuestros recuerdos, en cada latido de nuestro corazón. Están aquí, Anastasia, siempre lo han estado —dijo Dmitri con una voz suave y reconfortante.

Alrededor nuestro, el área de Aurora parecía cobrar vida con una atmósfera cálida y acogedora. Las luces suaves bañaban el espacio con un resplandor dorado, y el murmullo tranquilo de la nave creaba una melodía serena. Dmitri me atrajo hacia sí, abrazándome con fuerza. En ese instante, sentí el peso de su amor y la fuerza de su promesa. Era como si el calor de nuestros recuerdos compartidos llenara el vacío del espacio, uniendo nuestras almas en una danza silenciosa de esperanza y consuelo.

Miré a mi alrededor y noté que los demás pasajeros también parecían encontrar un momento de paz. Algunos se abrazaban, otros intercambiaban sonrisas llenas de lágrimas, y unos pocos murmuraban palabras de aliento. La nave, que hasta entonces había sido un refugio de incertidumbre y miedo, ahora se sentía como un santuario de esperanza y comunidad. Sentí que, a pesar de todo, no estábamos solos. Éramos una familia, una comunidad unida por el destino y la esperanza de un nuevo comienzo.

En ese cálido abrazo de Dmitri, cerré los ojos y permití que la serenidad me envolviera. Los recuerdos de mi familia, la calidez de su amor, y la promesa de un hogar nuevo se entrelazaron, formando un escudo contra el frío vacío del espacio. En medio de la vastedad del universo, encontré consuelo en el latido constante de nuestros corazones, en la promesa de un futuro mejor, y en la certeza de que aquellos que amamos siempre estarán con nosotros, en cada paso de nuestro viaje.

sombra estelar ✓ [Un Viaje Por Las Estrellas. Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora