El grupo entró en la mansión, con Damián cargando cuidadosamente a Arian en sus brazos. El silencio era pesado, roto solo por los ocasionales sollozos ahogados de Arian.
—Llevémoslo a su habitación —sugirió Zoe, adelantándose para abrir las puertas.
Damián asintió, subiendo las escaleras con pasos medidos. Podía sentir el cuerpo de Arian temblando contra el suyo, una mezcla de frío y emociones contenidas.
Una vez en la habitación, Damián depositó suavemente a Arian en la cama. Alex ya había corrido al baño para buscar el botiquín de primeros auxilios, mientras Matteo traía toallas limpias y una manta extra.
—Ari, amor -murmuró Damián, arrodillándose junto a la cama—. Necesito revisar tu tobillo, ¿de acuerdo?
Arian asintió débilmente, sus ojos aún brillantes por las lágrimas. Damián procedió con cuidado, examinando el tobillo hinchado.
—No parece estar roto —dijo después de un momento-. Probablemente solo sea un esguince, pero deberíamos ponerle hielo y vendarlo.
Zoe ya estaba en ello, saliendo rápidamente para buscar una bolsa de hielo. Mientras tanto, Alex comenzó a limpiar los rasguños en las manos de Arian con una toalla húmeda.
—Lo siento -susurró Arian, su voz apenas audible—. Lo siento tanto, chicos.
Matteo se sentó al borde de la cama, poniendo una mano reconfortante en el hombro de Arian. —Hey, no tienes nada de qué disculparte. Todos estamos aquí para ti.
Damián, que había estado ocupado vendando el tobillo de Arian, levantó la mirada. Sus ojos se encontraron con los de Arian, y por un momento, todo lo demás pareció desvanecerse.
—Ari -dijo suavemente—. Sé que algo está pasando. Algo que te está lastimando. Y entiendo si no estás listo para hablar de ello ahora, pero quiero que sepas que estoy aquí. Que todos estamos aquí. No tienes que enfrentar esto solo.
Las lágrimas volvieron a los ojos de Arian, pero esta vez eran diferentes. No eran lágrimas de miedo o desesperación, sino de alivio y gratitud.
—Yo... —comenzó, su voz quebrándose—. Hay tanto que necesito decirles. Tanto que he estado ocultando.
Zoe regresó con la bolsa de hielo, colocándola suavemente sobre el tobillo de Arian. —Cuando estés listo, te escucharemos —dijo con una sonrisa reconfortante.
Arian tomó una respiración profunda, cerrando los ojos por un momento. Cuando los abrió de nuevo, había una determinación en ellos que sus amigos no habían visto en mucho tiempo.
—Es sobre Lucas -dijo finalmente, su voz apenas un susurro—. Él... él no ha dejado de acosarme.
El silencio que siguió fue ensordecedor. Damián sintió que su corazón se detenía por un momento, la ira y el miedo mezclándose en su interior.
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Como Porcelana (BL)
RomanceDesde la tierna infancia, Arian y Damian han sido mucho más que amigos. Un vínculo especial e inquebrantable los ha unido en cuerpo y alma a través de los años. Pero a medida que crecieron, ese afecto inocente comenzó a mutar en anhelos más profundo...