Capítulo 12 |Damián.

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El aula de la facultad de ingeniería zumbaba con el murmullo de conversaciones apagadas y el rasgueo de lápices sobre papel

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El aula de la facultad de ingeniería zumbaba con el murmullo de conversaciones apagadas y el rasgueo de lápices sobre papel. Damián, sentado en la tercera fila, miraba fijamente la pizarra sin realmente verla. Sus pensamientos estaban a kilómetros de distancia.

El profesor explicaba algo sobre termodinámica, pero las palabras se deslizaban sobre Damián como agua sobre aceite. Sus dedos jugueteaban nerviosamente con un bolígrafo, girándolo una y otra vez entre sus manos. El metal frío contra su piel era lo único que lo mantenía anclado a la realidad.

A su lado, Alex lanzaba miradas preocupadas a su amigo. Notaba la tensión en los hombros de Damián, la forma en que su mandíbula se apretaba rítmicamente. Matteo, sentado detrás de ellos, se inclinó hacia adelante.

—Ey, Dam —susurró, su acento italiano suavizando las palabras—. ¿Estás bien?

Damián parpadeó, como si despertara de un trance. Giró ligeramente la cabeza, sus ojos verdes nublados por la preocupación. —Sí, solo... estaba pensando en Ari —murmuró.

El profesor se aclaró la garganta, lanzando una mirada de advertencia en su dirección. Los tres amigos se enderezaron, fingiendo prestar atención.

Las horas se arrastraron como si fueran días. Damián sentía que cada minuto que pasaba en esa aula era un minuto robado a Arian. Debería estar con él, sosteniéndole la mano, asegurándole que todo estaría bien. En cambio, estaba aquí, atrapado entre ecuaciones y teorías que en este momento parecían insignificantes.

Cuando terminó la clase Damián fue el primero en ponerse de pie. Recogió sus cosas apresuradamente, sin preocuparse por ordenarlas.

Mientras caminaban por los pasillos de la universidad, Damian notó que Alex y Matteo intercambiaban miradas preocupadas. Sabía que tenían planes de verse con Zoe después de clases para investigar si Lucas había tenido otras víctimas. La idea de que hubiera más personas sufriendo lo que Arian había pasado, hacía que su sangre hirviera.

Cuando estaban cerca de la salida, Alex y Matteo se detuvieron, intercambiando una mirada cómplice antes de volverse hacia Damián.

—Dam, nosotros vamos a encontrarnos con Zoe ahora —dijo Alex, poniendo una mano sobre el hombro de su amigo—. ¿Estarás bien?

Damián asintió distraídamente. —Sí, voy a ir con Arian.

Matteo frunció el ceño, preocupado. —Amigo, has estado ahí cada minuto libre. Deberías descansar un poco.

—Matteo tiene razón —agregó Alex—. No le harás ningún bien a Arian si te enfermas.

Damián los miró, agradecido por su preocupación pero determinado. —Estaré bien, en serio. Vayan con Zoe, manténganme informado.

Sus amigos asintieron, resignados. —Ten cuidado, ¿sí? —pidió Alex.

—Y por favor, intenta descansar aunque sea un poco —insistió Matteo.

Como Porcelana (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora