Capítulo 14

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Noto movimiento a mi lado lo que hace que me despierte, al girar mi cabeza a la derecha veo a Héctor sentado en la cama con la cabeza entre los brazos. Yo también decido levantarme, al notar el movimiento se gira para mirarme.

Nos miramos fijamente sin decir nada, en su mirada puedo apreciar el amor que siempre me ha demostrado mezclado con dolor y un poco de algo que he reconocido como rencor o incluso odio. Sé que todos estes sentimientos los he provocado yo misma con mis acciones pero no puedo cambiarlo, a pesar de que me atormenta cada día.

-Porque?- es lo primero que dice después de nuestro contacto visual.

-No te entiendo- digo en un susurro.

-Porque me haces esto, me dices que nunca signifiqué nada pero después me llamas cuando te da un ataque de ansiedad, te vas como si no hubiera pasado nada y ahora me ves mal y vienes en mi rescate, no te entiendo.

Su confusión es normal, porque realmente mis actos son contradictorios, un día digo una cosa y al siguiente hago una cosa diferente pero es que hay veces que manda la cabeza y otras el corazón, aunque Héctor no lo sepa.

-Yo no sé qué decirte- podré mentirle a todo el mundo pero a él no- entiendo tu confusión pero ayer cuando hablé con Marc y me dijo cómo estabas, sentí la necesidad de ayudarte.

-Ayer querías ayudarme, pues la mejor forma de ayudarme es desapareciendo de mi vida- sus palabras calaron en mi pecho como puñaladas.

No supe qué decir, lo único que quería era llorar pero no podía permitírmelo en su cara, no podía fastidiar ahora todo lo conseguido.

Lo único que hice fue levantarme, ponerme los zapatos e irme de la habitación.

-Si eso vete como lo haces siempre, no soluciones los problemas- me dijo eso mientras abría la puerta- no sabes hacer otra cosa, rompes todo por donde pasas, y te vas sin arreglarlo- sabe que eso dolió y por ello cerré la puerta de un portazo volviendo a entrar en la habitación pero esta vez enfadada, me hervía la sangre.

Lo peor es que sabía porque hacia esto, yo le había hecho daño con mis palabras y él intentaba hacer lo mismo conmigo. Utilizó lo que más me dolía para atacarme y eso me molestó, uso mis puntos débiles a su antojo para destruirme y eso no lo hace alguien que te ama por muy dolido que esté.

-Te acabas de pasar tres pueblos- le grité e intenté relajarme- solo lo has hecho para hacerme daño y bingo lo has conseguido pero después no te emborraches echándome la culpa, porque si de verdad me quisieras no me dirías estas cosas.

No se esperaba que le dijese esto a la cara, en las últimas semanas simplemente me callaba o me iba sin responder. El sentimiento de culpa me comía por dentro haciendo que solo pudiera callarme según yo para remediar un poco el dolor que había causado, pero su comentario me encendió. Al final me di cuenta que yo también estaba sufriendo y tenía mis derechos de responder y defenderme.

Los dos nos quedamos en silencio, le mire y no le reconocí mi Héctor nunca me hablaría así, pero el problema es que la persona con la que estaba ya no era el Héctor del que me enamoré, era una persona que tenía el corazón de piedra porque le habían hecho daño. Yo le había hecho daño.

-Que pasó?- me dijo un poco agobiado una vez todo se calmó.

-No te preocupes simplemente dormimos juntos nada más, y tus padres saben que estás aquí mi hermana habló con ellos creo- asintió y se levantó.

Se metió en el baño y escuché la ducha abrirse, así que yo abandoné la habitación y bajé al salón.

Allí en los sofás estaba Lola mirando su teléfono, pero al escuchar pasos se giró y me vio.

-Buenos días.

-Buenos días, puedo?- señale el sofá en el que estaba.

-Si, qué tal llevas la EVAU- sé que quería preguntar otra cosa pero por algún motivo no lo hizo.

-Bastante bien, sin mucha presión la verdad- no hizo falta que le explicase el porqué, ella misma lo sabía.

-Quieres desayunar?- sus palabras hicieron efecto en mi cuerpo, mi barriga empezó ha hacer ruido.

-Si- ella se levantó y me guió hasta la cocina, allí estaban mi hermana, Alex y Marc.

Al vernos entrar Marc se levantó y se fue de la cocina.

-Que tal?- preguntó Duna.

-Bien- le dije la verdad, dormir con Héctor era maravilloso, es la primera vez que dormía bien en casi un mes.

-Que queréis comer?- preguntó Balde.

-Colacao y galletas- respondí yo.

-Yo lo mismo.

Duna ayudó a Alex a prepararlo mientras Lola y yo hablábamos de la EVAU.
Todo iba bien hasta que escuché los pasos de personas acercándose a la cocina, Lola miró para desgrasar mía y yo me gire. Allí de pie en la puerta estaba Marc acompañado de Héctor, el primero se acercó a su novia y le dio un beso.

-Héctor quieres desayunar algo?- le preguntó mi hermana mientras nos daba los colacaos.

-Un café, tenéis alguna pastilla?

-Si- Alex se fue en busca de la pastilla.

Desayuné en silencio escuchando como Lola hablaba con Marc y mi hermana, Héctor se sentó enfrente mía. Balde le trajo la pastilla y se la tomó, tenía una cara horrible.

-Tus padres saben que estás aquí, les dije que te quedabas a comer por si te despertabas más tarde.

-Gracias, pero casi que me voy ha ir.

-Quédate vamos a hacer una barbacoa y así Du a no queda mal con tu familia- le intento convencer Alex.

-Es que no estoy cómodo- al decir eso note su mirada puesta encima mía.

-Yo me voy- dije mientras me levantaba- gracias por todo Alex.

Salí de l cocina y me fui directa a la puerta de la entrada, llamé un taxi y cuando iba a salir del jardín de la casa un brazo me frenó.

Ojalá hubiese sido Héctor, pero no, allí detrás mía agarrándome estaba Marc.

-No sé si fue lo mejor que vinieras pero gracias- sé que estaba enfadado conmigo y lo entendía, Héctor era su mejor amigo.

-No es nada, siento que esté pasando esto- intenté remediar mis actos con palabras pero eso solo encendió la bomba.

-No te disculpes, tampoco vamos ha ser hipócritas- me dijo cabreado.

-Marc yo sé - me cortó sin dejar que hablara.

-Tu no sabes nada- me gritó- si lo sintieses no le habrías hecho esto, Héctor está roto por tu culpa, está desfasado. Su futuro en el fútbol corre peligro y tú eres la culpable, aléjate de su vida.

Me dijo eso y se fue, en la puerta estaba Lola quien me miró con tristeza pero no dijo nada, salí de allí y me monté en el taxi.

Veneno y Envenenados|| Héctor FortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora