Capítulo 3

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Nos fuimos en su moto hasta su piso. En el camino disfruté de las vistas de Barcelona, del olor que desprendía su cuerpo pegado al mío y el placer que sentí al rodear su torso con mis brazos.

-Dios no me creo que estés aquí- me rodea con sus brazos en el medio del salón.

No sé si son las hormonas, sus palabras o el hecho de que me abrace después de mucho tiempo lo que hace que las ganas de llorar se instalen en mi pecho junto con un gran nudo.

-Estás preciosa- sus manos se colocan a ambos lados de mi cara inspeccionando cada parte ella.

Las palabras no salen por mi boca, no soy capaz de hablar porque sé que al hacerlo me echaré a llorar y terminaré diciéndole la verdad de sopetón sin dejarle procesar lo que supone.

-Porque no dices nada- sus ojos se clavan en los míos- ha pasado algo- afirma mientras nos lleva al sofá.

-Ha pasado algo- su cara de felicidad cambia a una de tristeza, en sus ojos percibo miedo, algo que he apreciado muy pocas veces.

-Mira se que últimamente no hemos estado muy bien, pero quiero que sepas que te quiero y que si no somos pareja es para darte tu espacio y un poco de libertad en Málaga- sus palabras son como puñales, piensa que he conocido a otro.

-Héctor- intentó interrumpirle pero no me deja.

-Y si lo que pasa es que te han contado algo es mentira, no he hecho nada y si no pregúntaselo a Lola.

-Héctor para- sus palabras cesas al oír las mías- no he conocido a nadie y tampoco me han dicho nada de ti- está confundido y lo entiendo- es algo más grave, con unas consecuencias mayores.

-No sé lo que pasa pero si no incluye que nos separemos no es tan malo- pasa sus brazos por mis hombros- me habías asustado, Edda yo me muero si no estás en mi vida, este tiempo que he estado sin verte en persona han sido horribles, el tiempo no se pasaba.

Sus palabras son preciosas pero por mi mente solo se pasan dos palabras: estoy embarazada.
Y aunque me gustaría hacerlo de una forma un poco menos bruta no soy capaz, porque o se lo digo de sopetón o no se lo voy a contar.

-Estoy embarazada- en ese momento el salón se envuelve de un silencio sepulcral en el que no siquiera se escuchan nuestras respiraciones.

La cara de Héctor cambia de confusión, a miedo, enfado e incluso un poco de felicidad; la moto ha sido muy repentina tanto que le he pillado desprevenido.
Los siguientes minutos no habla, simplemente me mira fijamente, está perdido, como si no estuviese aquí conmigo.

-Perdón- es lo único que le digo, y no por el embarazo porque los dos somos responsables si no por el hecho de habérselo de dicho así de sopetón.

-No lo entiendo- se pone serio de repente- explícamelo porque hasta ahora lo hemos hecho siempre con protección.

Su tono no me gusta nada, es como si dudase de mi, como si pensase que el bebé es suyo.

-El día que vine de visita por mi cumpleaños, lo hicimos varias veces sin nada- le cuento- pero que si no me crees no pasa nada lo tendré yo sola.

-No he dicho eso, además no sé podemos mirar otras alternativas- por su cabeza se pasa abortar, estoy segura pero eso ya no es posible.

-No puedo abortar, cuando me enteré ya iban tres meses y era peligroso- resumo todo lo que he vivido- este bebé va ha nacer.

Él se levanta y va a la cocina, desde el sofá le veo perfectamente, coge un vaso de agua y se lo bebe entero. Al terminar lo mete en el lavavajillas, y vuelve a mi lado.

-Perdón pero no asimilo todo lo que me has dicho.

-Te entiendo, a mí también me costó asimilar lo que va ha pasar es unos meses- ver a Héctor así, perdido me duele mucho- te voy a dejar para que pienses y asientes toda la informa y después hablaremos.

-Gracias , tienes razón necesito estar solo- me levanto y me dirijo a la puerta.

-Héctor toma- le doy una foto de la última ecografía- creo que tienes que tenerla.

Una pequeña sonrisa se dibuja en su cara pero rápidamente desaparece, le doy un beso en la mejilla y me voy.

Las lágrimas bajan por mis mejillas sin control, siento que acabo de romper a la única persona que me quedaba. Acabo de romper a Héctor, está empezando su carrera y tener un hijo no estaba en sus planes; tengo miedo que vea a avellana como un problema y no pueda llegar a quererlo.

-Que ha pasado?- al salir he llamado a Marc, últimamente al único que le cuento todo.

-Se lo dije, pero lo he dejado para que piense todo- le resumo lo sucedido- tengo miedo de que no lo quiera.

-Claro que no, Héctor te adora y va ha hacer lo mismo con el bebé- sus palabras me calman un poco pero aún así estoy nerviosa- dale tiempo, necesita pensar las cosas, conozco a Héctor y sé que cuando pasan cosas así necesita tiempo para estar solo.

-Lo sé- hablamos un rato más mientras me tranquilizo y cojo un taxi que me deje en casa de mis padres.

Al llegar a la casa que me vio crecer, pagó al taxista y me bajo. Al entrar veo a mi nana colocando los cojines de los sofás.

-Hola nana- ella se gira y al verme viene corriendo a abrazarme.

-Mi niñas te he echado de menos.

Mi padre baja por las escaleras al oír el ruido, al verme también viene a darme un abrazo.

-Cielo, pensé que ibas a dormir con Héctor-sus brazos me hacen sentir como si nada estuviese pasando, como si aún tuviese 10 años.

-Es que me iba a quedar con él pero hubo un pequeño problema- mi padre solo asiente sin preguntar.

Estamos un rato charlando y después cenamos los tres juntos en el comedor, mi madre tenía una cena con amigas y mi hermana está con Alex.

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Espero que os haya gustado y perdón por no subirlo antes. Nos leemos este fin de semana.
Un saludo ❤️

Veneno y Envenenados|| Héctor FortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora