Capítulo 14 ( Alexander )

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– Será mejor que te vayas Alexander - dice Emma cuando su respiración está estable luego de habernos besado - .

–¿Por qué? - pregunto - ¿De verdad quieres que me vaya? Dime Emma.

–¡Sí! - exclamó - quiero que te vayas.

–¿Por qué? - vuelvo a preguntar - dime una razón, tan solo una razón para que me vaya de tu casa y me voy.

–¡Porque estoy malditamente enamorada de ti! Y necesito olvidarte Alexander - dijo con la voz rota y sus ojos cristalizados - solo me haces daño.

No me dio tiempo a responder ya que pasó por mi lado yéndose a su habitación. Todavía sigo sin poder creer que Emma haya dicho que todavía sigue enamorada de mi, pero más me sorprende al saber que haya dicho que necesita olvidarse de mi, y que solo le hago daño.

Eso último me dolió como no tenía idea, lo último que quiero es hacerle daño.

Sin embargo, el que Emma haya aceptado casarse con Dante, no fue porque esté enamorada de él, todo lo contrario. Aceptó casarse con el porque todavía no me olvida, porque me sigue amando, no hay otra razón lógica por la que haya aceptado.

Pero si ella cree que casándose con Dante logrará olvidarme, está muy equivocada, porque antes de que eso pase, estaré yo para evitarlo. No permitiré que otro la tenga, ella es mía, mi mujer y la madre de mi hija y de todos los hijos que tendremos.

Con eso en mente voy decidido a su habitación, pero me detengo en seco cuando escucho que está llorando, y eso me parte el corazón, porque sé que está llorando por mi culpa y me odio por eso. Si tan solo no hubiese sido un completo imbécil aquella mañana, todo habría sido todo diferente y ahora no estaría llorando, pero a partir de este momento me prometo a mi mismo que eso va a cambiar y que voy a recuperar a mi mujer.

Decido irme de su casa, no sin antes darle las buenas noches a mi hija. Ya mañana hablaré con Emma, porque no pienso estar un segundo más separado de mi familia.

Emma

¿Por qué viene y me dice esto? ¿Por qué justo ahora? Cuando dentro de un año me voy a casar y ser feliz con Dante.

¿A caso no ve que me hace daño?

Lo odio por hacerme esto, no puede venir a mi casa y besarme para después decirme que soy suya. Si él cree que voy a ser suya, está muy equivocado, porque en cuanto sea la esposa de Dante, solo seré de él y lo amaré solo a él.

Limpio mis mejillas y voy al baño a darme una ducha para tranquilizarme y pensar muy bien en lo que voy hacer. Veo mi reflejo en el espejo y veo que mis ojos están hinchados decido a que estuve llorando.

Pero esta será la última vez que llore por él, no merece que derrame ni una sola lágrima por él, ya no más.

*  *  *  *  *  *
Siento unas suaves caricias en mi rostro, causando que me den cosquillas. Giro mi cuerpo para el otro lado para seguir durmiendo, pero nuevamente siento esas caricias seguido de una risa infantil.

Abro poco a poco mis ojos y me encuentro con mi hija, quién en su mano tiene una.... ¿Pluma?.... Creo que si, y sonriendo.

– Buenos días mami - sonrio - .

– Buenos días princesa - estiro mis brazos para acercarla a mi y abrazarla - ¿Dormiste bien?

– Si - responde - .

–¿Y se puede saber cómo es que saliste de tu cuna, y como conseguiste esa pluma?

–¿Prometes no enojarte?

– Lo prometo.

– Bueno.... La tía Kiara el otro día me dijo cómo podía salir de la cuna sin tu ayuda.

–¿Y como? - pregunté - .

– Haciendo una soga con mi mantita o ropa que esté a mi alcance, y luego atarlo a uno de los barrotes de la cuna y deslizarme despacio en la soga - dice sonriendo - y eso fue lo que hice.

Vale, recuerda que prometimos no enojarnos con nuestra hija, ella no tiene la culpa de nada, en todo caso la tiene la loca de su madrina. Ya luego la mataré.

Respiré profundamente y dije:

– Bueno mi amor, gracias por decirme eso. Después hablaré con tu tía.

–¿No te vas a enojar con ella verdad?

– No princesa - la voy a matar - solo hablaré con ella. Pero ahora quiero que me digas como es que tienes una pluma.

– Ah si, la encontré el otro día jugando en el parque con la tía Kiara, y bueno, decidí quedármela.

– Está bien, pero solo por esta vez paso que agarraste algo del piso, no lo vuelvas a hacer. ¿De acuerdo?

– Si mami, no lo volveré a hacer.

– Ahora quiero que me prometas que no vuelvas a salir de tu cuna como lo hiciste.

– Está bien, te lo prometo mami.

– Ahora vayamos a desayunar y luego para ir al parque y más tarde ir a la casa de tus abuelos.

–¡Siii!

Alexander

Hoy tenis que hablar con Emma, no podía esperar un día más. Realmente necesito hablar con ella, a pesar de que sé que ella no va a querer hablar conmigo, pero de todas formas se tendrá que aguantar.

Quiero que me dé la oportunidad de estar a su lado, de ser una familia y sé de sobra que va a ser difícil que me dé una oportunidad, pero no pienso rendirme tan fácilmente, Emma fue, es y siempre será mía y quién me diga lo contrario le parto la cabeza a puñetazos.

Rodé los ojos por décima vez con cansancio al escuchar la voz chillona de Giselle, al ver qué a entrado a mi oficina seguida de mi secretaria disculpándose con la mirada.

– Lo siento mucho señor Evans, intenté detenerla pero ella entró a la fuerza por más que evité que lo hiciera. Le dije que usted no quería recibir visitas de nadie.

– Está bien Andy, no te preocupes - le dije, sabiendo que ella había dicho la verdad - vuelve a tu trabajo, ahora me ocupo yo de este problema, si te necesito te lo haré saber.

Pude ver de reojo como Giselle se puso roja de la rabia al referirme a ella como un problema, porque si, estaba siendo un verdadero dolor de cabeza en este momento.

– Con su permiso señor Evans - sale mi secretaria de la oficina, dejándome con la loca de Giselle - ¿Ahora que quiere? - pregunté con fastidio - .

– A hablar sobre nuestra boda, ¿a qué más vendría si no? A parte de que no es justo que no me dejen pasar siendo tu prometida a tu oficina.

– Cuántas veces te lo tengo que decir Giselle, no hay boda y no la habrá nunca, al menos no contigo - murmuré eso último - .

– Creí que era una broma porque estabas enojado por lo que pasó.

– Pues ya ves que no es ninguna broma, además respecto sobre lo que dijiste que no te dejan pasar a mi oficina porque según tú eres mi prometida, adivina qué.

–¿Qué? - preguntó - .

– Aquí ya todos saben que tú y yo nos separamos, que no estamos juntos. Ahora lárgate de mi oficina, no tengo tiempo para estás cosas.

– Pero Alex....

– Ahora - la interrumpí - si no quieres que llame a seguridad, vete.

– Está conversación no se queda así Alexander - salió de la oficina dando un portazo - .



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