La verdad era que no me atrevía a decirle a nadie que no había comido ni un sólo trozo de carne en los últimos días, algo en mí lo rechazaba y sólo podía esconder todo porque claro, no lo entenderían.

No tenía sentido, o al menos eso pensarían... no tenía sentido cuando se supone que no tengo un pasado que me ate a no poder comer carne, ellos sí lo tenían y aún así habían cedido.

Realmente la primera semana no fue duro no comer, el problema inició días después de ella cuando literalmente cosas tan básicas como levantarme o caminar se hicieron pesadas casi que imposibles de la noche a la mañana si no ponía mi máximo esfuerzo, y de hecho esa era la razón por la que la mayoría del tiempo prefería quedarme adentro del avión sin hacer nada o salir únicamente para tomar agua, bueno, lo que podía; ya hasta llagas en la boca me habían salido por la dura y fría nieve, y la sensación en mi garganta se volvía peor al tragarla.

Y toqué fondo cuando al intentar cerrar mi pantalón después de salir a la nieve, por más ajustado que intentase ponérmelo, terminaba cayendo y me tocaba remangarlo o usar alguno de los cinturones de seguridad de los asientos como correa. Era tan estúpido, bien iba a ser tarde o temprano cuando alguien lo notara, cuando alguien se enterara y por alguna razón que jamás entenderé, en vez de conseguir ayuda, yo escogí jugar a tarde.

Claro que fue raro cuando dije que no las acompañaría en la expedición, después de haber hecho deporte toda mi vida y además me la pasaba al menos cuatro días a la semana en el gimnasio, simplemente era ridículo que no tuviese fuerzas... claro, ridículo para todo el que lo veía desde afuera.

Mas sólo yo sabía por qué era así, y totalmente era mi culpa que ese fuera el caso.

- Y... supongo que nos abandonas. - No había notado la presencia de nadie hasta que vi a Brianne llegando detrás de mí y sentándose a mi lado.

- Si lo quieres ver de esa manera....

- Tranquilo que es sólo una broma. - Poco a poco cesó su risa pero mantuvo una ligera sonrisa como si intentase darme fuerzas, fuerzas que necesitaba y lo sabía, mas no me animaba a pedirlas. - Aún así debo admitir que me extraña que no vengas con nosotros esta vez.

- Si Mathew no fuera, habría usado la excusa de quedarme para evitar que nadie coma más raciones de las pemitidas.

- Creo que esas peleas acabaron cuando la comida se acabó... la que no era carne. - Hizo una larga pausa y tuve que tragar en seco... madre mía las veces que arcadas me atacaron mientras intentaba comer aquello y lo peor de todo; ni siquiera lograba dar con mi cometido y terminaba ocultando los trozos debajo de uno de los asientos a mi lado. - Así que ya no puedes... vamos, Andrew, nos contamos todo, ¿Qué te pasa?

- Sólo estoy un poco cansado, Bri... no es nada. - Aseguré rogando internamente por que me creyera, pero la verdad era que después de tantos años de amistad sería un poco ingenuo pensar eso.

- Pero tú...

- ¡Brianne! - Inoportunamente pero para mi buena suerte, la voz de la Loraine desde afuera del avión llamando a la morena interrumpió aquel interrogatorio, pude respirar con tranquilidad cuando la vi voltear la cabeza en dirección a ella. - ¿Ya estás lista? Tenemos que irnos antes de que el sol caiga.

- Digamos que te has salvado esta vez. - Susurró tomando una chaqueta de uno de los compartimentos superiores. - ¡Ya voy, Lore! - Gritó en respuesta para que la escuchara y terminó abrazándome en una corta despedida. - Nos vemos en unos días, Andrew, cuídate.

Cuídate.

¿Cómo podía ser eso posible en las circunstancias dadas?

---------------------

HopelessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora