Viví parte de mi vida en el norte de California y recuerdo todos los veranos ir a Arizona con el hermano de mi madre para hacer escalada en rocas, nunca había llevado una vida deportiva y siendo honesta, sabía que mucho menos la llevaría, al menos por el momento pero aún así la escalada era algo que nunca podía faltar en mi lista de verano. Siempre estaba feliz y dispuesta a dejar cualquier cosa que estuviese haciendo sólo para tomar un vuelo y pasar un fin de semana en Arizona.

El día que ese avión se estrelló, comencé a pensar en todas las cosas que había hecho en mi vida y en las más significativas entraba esa tradición, sin duda una de las más importantes para mí y que de hecho formaban mi personalidad.

Recordé también la escalada cuando tuvimos que subir esa montaña hace apenas unas horas, pudimos lograrlo pero fue sólo para llegar a la cumbre y ver todo cerca a nosotros lleno de nieve, excepto por el horizonte, quizás mi mente jugándome una mala pasada pero juraría que a lo lejos puedo dejar de ver todo blanco.

Bajamos de la montaña deslizándonos con cuidado y después de unos minutos en nieve firme, Robin, Sam y Mathew se encargaron de cavar un hueco para poder pasar la noche mientras Loraine y Alina se encargaban de las raciones que entregarían y Brianne y yo transformábamos la nieve en agua.

Una vez terminado su trabajo, los chicos se alejaron brevemente unos metros de nosotras con la excusa de necesitar ir al baño. Loraine tomó la hacha que habían dejado al lado del hueco y se acercó a nosotras para usarla y ayudarnos con la nieve y el agua mientras conversaba conmigo, Brianne y Alina. Conocí varias cosas del trío esa noche y una vida tan diferente a la que yo había llevado durante los últimos dieciséis años, me parecía tan chocante ver esas dos realidades tan distintas, creo que no me hubiese imaginado algún día coincidir con otra gente y mucho menos que me agradarían tanto y que si todo salía bien, sin duda alguna sería un honor mantener contacto.

---------------------

- Feliz mesario. - Bromeó Brianne llegando hasta mí esa mañana, volteé para mirarla y sólo negué con la cabeza dejando el hacha a un lado.

- Sal de aquí. - Reí junto a ella; estaba en lo cierto, hoy se cumplía un mes desde que el avión se estrelló y lo único rescatable además de la pronta recuperación de Alina era que estábamos tomando acción. - ¿Cómo dormiste?

- Ah... horrible, ese hueco fue incómodo ¿Sabes?

- ¿Esperabas una suite presidencial? Quizás te la puedo construir con nieve. - Respondí sarcásticamente. - Al menos no pasamos frío.

- Imposible pasar más frío del que tuvimos al subir la montaña ayer.

- Ah... ni que lo digas, terminamos todos muertos... fue bueno poder descansar.

- Sí... pero es momento de seguir ahora.

- Buen día. - Llegó Mathew hasta nosotras dejando un beso en la frente de su chica. - Son las únicas tardonas que faltan. - Rio señalando con la cabeza a Robin, Alina, Trish y Sam esperándonos algunos metros más allá. Nos palmeó la espalda a ambas y avanzó hacia allá.

- Hablando de Roma... - Susurró entre risas que pronto fueron contagiadas y terminamos dirigiéndonos hacia donde nos esperaban. - Bien... ahora sí no hay más montañas que cruzar... espero. - Susurró lo último.

- ¡¿Esperas?! ¿Tienes una idea de todo lo que hemos caminado? - Preguntó Robin alterado.

- No... ¿Tú sí? - El pelinegro sólo rodó los ojos. - Es la recta final, sea a donde sea que nos lleve esto.

HopelessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora