Extra #1

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Capítulo 01 desde el punto de vista de: Moonbyul Yi

Todavía estaba enojada cuando llegué al club esa noche. En los tres meses desde que había cumplido diecisiete Padre había estado presionándome. Probándome. Esa tarde había descubierto lo que podía muy bien ser mi límite. Padre no había dicho una palabra, pero su rostro estaba tenso cuando partimos. Esperaba malditamente que lo dejara ir realmente.

Todavía estaba pensando en eso cuando tomamos el escenario —pensando en el rostro de la joven en la fotografía— la "sobrina" de Marisa quien pronto llegaría de Hungría. Pensando en la manera en que madame Marisa hacía sonar sus largas uñas rojas sangre al juntarlas, un sonido que me seguía hasta en las pesadillas. La forma en que Padre me miró con expectación cuando Marisa me pasó la foto.

—Es una maldita niña —había soltado sin pensar. Intenté no estremecerme cuando Marisa, la mujer demonio, corrió sus uñas por mi cuello. Era como la única mujer que podía hacer eso sin encenderme.

—No te estamos pidiendo que te la folles — canturreó Marisa—. Sólo no la queremos demasiado asustada cuando su nuevo dueño la toque. A algunos compradores les gusta eso, pero no a éste.

—No es tan joven —dijo mi padre. Escuché el borde de advertencia en su voz, un sonido que se sentía como astillas de hielo siendo empujadas por mi garganta.

Bajé la mirada a la fotografía de nuevo. No parecía como si hubiera comenzado a desarrollarse. Once, ¿tal vez? Por primera vez mi repugnancia anuló mi miedo. Cuando se trataba de chicas de mi edad y mujeres mayores, estaba dispuesta a todo, pero la pedofilia era malditamente asquerosa. Le devolví la foto y crucé mis brazos. Marisa rodó sus ojos y alisó un mechón de su largo cabello negro.

—Parece que tu chica es más del estilo sencillo vainilla de lo que creías — murmuró ella.

—Estará bien cuando la chica llegue, cariño —le aseguró Padre, dándome una mirada—. Hará lo que tenga que hacerse.

Pero allí es donde estaba equivocado. Sabía que estaba en la peor de las peores mierdas aquí, pero había ciertas líneas que no podía físicamente forzarme a cruzar, y esta era una de ellas. Tal vez la foto era antigua. Sólo podía esperar a que fuera mayor de lo que parecía.

Salí como el infierno de allí luego de eso. Intenté borrar a la chica de mi memoria en el camino a la actuación. No me hacía bien pensar en ella o las cientos de otras como ella.

No sientas. 

No pienses.

No reconozcas lo que es real. Sólo sigue los movimientos, como siempre.

Tomé mi lugar en la batería esa noche y giré las baquetas, saboreando el familiar sentimiento de la fría, suave madera entre mis dedos. Profundas respiraciones, era yo mismo. La real yo. Aún durante el sexo no podía dejarme ir completamente, estaba súper consiente. La música era la única manera.

Miré la casa atestada. Chicas y chicos gritando, saltando arriba y abajo en frente del escenario. Montones de piel mostrándose.

Sí. Podía hacer esto.

Comenzando con golpes suaves y trabajando mi camino alrededor del escenario, arranqué un par de series de ritmos para calentar. Inmediatamente la energía en la habitación cambió, se intensificó. Las conversaciones se bajaron a murmullos y cabezas se giraron hacia el escenario, luego voces volvieron a zumbar más fuertes que antes. Michael me envió una sonrisa antes de que revisara sus cuerdas y micrófono. Un perverso ritmo podía cambiar la atmosfera completa de una habitación. Sentí ojos en mí, calentando mi sangre. Sí, un buen ritmo era sexy. Hacía que la gente quisiera mover sus cuerpos... especialmente sus caderas...

Dulce mal - MoonSun ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora