Cap. 3. Un encuentro en la tienda

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La jornada del Fragrance Innovation Europe Summit ha comenzada con un discurso inaugural a cargo del CEO de la primer marca de la competencia sobre la importancia de la sostenibilidad como propósito tanto para consumidores como para el planeta.

Marta ha acompañado a su padre a Madrid durante tres días para asistir a uno de los eventos más importantes del sector del perfume, un encuentro de profesionales que debe servirle además como una especie de puesta de largo entre los ejecutivos españoles. Conoce a varios de los principales nombres y, a los que no, su padre ya se está encargando de que les ponga cara.

Jesús también ha acudido. Este tipo de encuentros altamente competitivos y dinámicos son lugares en los que se desenvuelve como lo que es, un killer de los negocios. Marta admira la inmensa capacidad de su hermano en detectar oportunidades que supongan crecimiento para Grupo De la Reina, pero sabe que sus estrategias bordean con frecuencia la línea, sino de la legalidad, al menos de la ética. Sabe también que sus diferentes enfoques no tardarán en entrar en conflicto.

Su móvil comienza a vibrar durante la pausa para el café. Se disculpa con el jefe de ventas con el que lleva uno minuto charlando y ve el nombre de su cuñada en la pantalla del iPhone.

"Begoña", contesta.

"¿Te pillo mal? Jesús me ha dicho que aprovechara a llamarte ahora, que estabais entre conferencias".

"No, tranquila. De hecho me salvas, estaba hablando con un tipo pesadísimo".

Una risa floja al otro lado del teléfono. "Eres un imán para los tíos coñazo, cuñada. No hay más que escuchar a tu novio".

"Hey, no te pases. Yo también tengo munición para hablar de tu marido". Si hay alguien que advirtió a Begoña de lo pieza que podía ser Jesús de la Reina, esa fue Marta, que nunca ha entendido porqué su amiga de la infancia se enamoró de su hermano, en primer lugar, y porqué sigue casada con él cuatro años después.

"Como si no conociera yo esa munición. Pero ya sabes que no es tan distinta de la tuya, ¿eh? Jesús y tú os parecéis más de lo que te gusta reconocer. Solo que al que contrario que él, que ataca, tú seduces".

"No lo creo", responde Marta, porque no quiere darle a Begoña el gusto de reconocer que sí, que a veces se asusta de lo que pesa el apellido De la Reina y de las cosas que ella misma estaría dispuesta a hacer por él.

"Ya, ya. Al tiempo", cede Begoña. "Pero oye, que no te llamo para hablar de vuestras reinadas. He hablado con esta chica, la wedding planner que te comenté. Puede vernos el lunes por la tarde, aquí en casa. ¿Tienes algo ese día?".

La wedding planner. Dios, Marta prefiere seguir hablando de Jesús.

Begoña conoce a todo Toledo, lo que por lo visto incluye a una de las mejores organizadoras de bodas del momento. Cuando su cuñada le preguntó si necesitaba ayuda, por supuesto ya conocía la respuesta. "Sí, Begoña, necesito ayuda. Yo aquí no conozco a nadie".

Aquella conversación continuó con Marta advirtiéndole que quería mantener la boda en un perfil bajo, al menos todo lo bajo que su padre estaba dispuesto a permitirle. Ya puestos, quería una boda sobria y elegante, lo que significaba que, a pesar de los muchos invitados inevitables, no quería puestos de feria, ni food trucks, ni candy bar temático, ni photo call vintage ni ninguna de las chorradas que estaba harta de ver en las bodas de amigas y conocidas. Begoña no la cree, pero no presiona. "Lo que tú quieras, Marta. Pero hazlo con esta tía. Es buenísima. La llamo y te digo".

"¿Sigues viva?". La voz de Begoña a través del móvil suena divertida.

Marta coge aire. Siento las pulsaciones de un latiente dolor de cabeza detrás de sus ojos. "Perdona, Bego. Estoy despistada. Muchas gracias por la gestión. Creo que ese día no tengo nada, pero deja que lo mire y te confirmo, ok?".

El bello veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora