Cap. 17. Principios de agosto

1.7K 189 224
                                    

1.

El aire seco y ardiente la golpea de lleno en cuanto baja del Mini a las dos de la tarde del primer día de agosto. La mañana en Madrid ha sido frenética y todavía tiene por delante una tarde muy poco apetecible de reunión con su hermano. La tregua que parecen haber firmado desde el consejo de mediados del mes de julio está alargándose más de lo previsto, y no es que ella se queje, pero no quiere confiarse. Es más que evidente que Jesús solamente está agazapado esperando el mejor momento para asestar el golpe. Cuándo será y en forma de qué, no lo sabe, pero está segura de que llegará. 

Después de saludar a Rosa y cerrar la puerta de su despacho, se desploma sobre el sillón y se descalza, dejando que las cuñas que lleva hoy caigan de cualquier manera a un lado de la mesa. Ha dormido poco. La noche anterior, tras dejar a Fina en su casa, se encontró a Begoña y a Julia cenando pizzetas en la isla de la cocina y se unió a ellas en lo que esperaba fuera solo un rato.

Terminó siendo mucho más que eso.

....

Fue Julia la que no tardó en preguntar. "¿Vienes de una piscina, tía?".

La pinta de Marta no dejaba lugar a dudas. "Sí, peque. He estado en la finca".

"¿Con quién? Si tú solo trabajas y me ha dicho mamá que ya no eres novia del tío Jaime".

"Julia, ¿qué hemos hablado?", reprendió Begoña a la niña.

"No pasa nada, Bego". Marta miró a su sobrina y le revolvió el flequillo cariñosamente. "No, cariño, ya no, así que vas a tener que dejar de llamarle tío Jaime. Pero ¿sabes qué? A veces no trabajo y hay otra gente con la que hago planes".

Julia siguió masticando su cena, de nuevo absorta en la televisión y aparentemente satisfecha con la respuesta.

Pero fue Begoña la que acercó su taburete a ella con clara intención de saber más. "¿En Los Olmos? ¿Tú sola? No, ¿verdad?", la interrogó en voz baja.

Marta pensó que no había nada de malo en compartir un poco de información, solo por testear. "No, sola no. He invitado a una persona".

"Madre mía, cuñada. Muy fuerte lo tuyo. A rey muerto, rey puesto".

Marta le rio la ocurrencia, aunque un poco temerosa de si realmente Begoña estaba pensando mal de que estuviera viéndose con alguien tan pronto. Son amigas, más o menos, y últimamente se ha mostrado muy comprensiva con la situación con Jaime y su decisión de terminar con él, pero Marta tiene dudas de cómo reaccionará cuando le cuente la verdad. Toda la verdad. ¿Podría empezar esa noche?

"Bueno, precisamente rey...".

La burla no se hizo esperar. "Qué chiste más malo".

"No lo digo por el apellido", tuvo que explicar Marta al tiempo que se levantaba a por un vaso de agua para ganar tiempo y ordenar sus pensamientos. No podía creer lo que estaba a punto de hacer, pero de algún modo su cabeza decidió que sí, que necesita soltar lastre poco a poco. 

"Lo digo por el género, Begoña", soltó sin más preámbulos desde el frigorífico.  

Su cuñada se giró tan rápido que por un instante Marta temió que el taburete patinara sobre el suelo de mármol de la cocina. Después abrió la boca para vocaliza un perfecto "¿QUÉ?" en silencio y no fue capaz de volver a cerrarla. Se quedó así, suspendida durante varios segundos en la última vocal, los ojos como platos. Marta casi podía ver los engranajes de su cerebro dando vueltas.

Asintió, percibiendo como el rubor calentaba su rostro. Ya no había vuelta atrás. 

Cuando Begoña volvió en sí, apremió a Julia para que terminara de cenar, y mientras la niña se tomaba un vaso de leche entre quejas y Marta recalentaba en el horno las pizzetas sobrantes, tornó varias veces la mirada hacia ella, buscando asegurarse: "¿En serio?". Marta, todavía en silencio, repitió el gesto anterior.  

El bello veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora