La elegida de Poseidón (PAUSADA)

Capítulo 17

Sibila miraba ese paisaje, como si allí fuese a encontrar la respuesta a todas sus preguntas. De fondo, observaba como Rubén y Nanami estaban entrenando. Todos se estaban esforzando y ella estaba ahí, observando como se esforzaban. "Ojalá lo de ser profeta viniese con un manual de instrucciones": pensó mientras resoplaba. Sólo sabía que le sucedía cuando cenaba. Era comer, dormir y despertarse recitando. Un momento. Comer, dormir...

Sibila se dirigió a la cocina decidida. En cuanto llegó, observó como Paula estaba dando los últimos retoques a la comida. Miró el reloj de la pared. Era la una menos cuartos. Bueno, aún le daba tiempo a echarse una siesta hasta las dos. Nerea se las echaba con frecuencia, no debía de ser tan difícil, ¿no?

-Sibila, ¿qué se supone que haces aquí? – preguntó Paula, un tanto confundida

-Quiero aportar también algo. Quiero dormirme y despertarme sonámbula. – respondió Sibila, decidida. Paula paró en seco lo que estaba haciendo para mirarla fijamente, como si así entendiese la lógica que estaba usando Sibila en ese momento. Sin embargo, no la encontró.

-¿Y para eso tienes que venir a la cocina?

-Sí, bueno. Suele pasarme cuando ceno, así que he pensado comer algo y echarme, a ver que pasa... - indicó Sibila, dándose cuenta, a medida que lo iba diciendo, de que no tenía mucho sentido

-Queda una hora para comer. ¿No será mejor darte el atracón comiendo y después, echarte una siesta?

-No es mala idea, supongo. No sé. Quiero controlar esto, pero no sé cómo hacerlo, es algo de lo que llevo huyendo mucho tiempo y ahora, boom, soy una profeta. No sé ni que...

Sibila empezó a enrollarse, soltando todo el agobio que tenía. Paula, metió rápidamente la bandeja de la lasaña en el horno, lo cerró y puso sus manos en los hombros de Sibila lo antes posible. Cuando lo hizo, Sibila se calló rápidamente, abriendo los ojos de par en par y parpadeando. Vio a una Paula preocupada y confundida al mismo tiempo, cerca de ella.

-Espera un momento. Podemos investigar juntas si quieres mientras se hace la lasaña. Paso a paso, como si fuese un problema de matemáticas.

Sibila quería comentarle que eso no tenía nada que ver con un problema de matemáticas y que su simple comparación dejaba claro los pocos problemas que había resuelto. Sin embargo, a Paula le caía lo suficientemente bien como para no querer decirle eso, al menos, no a la cara. No la conocía lo suficiente como para saber como se lo podría tomar. Así que, optó por asentir con la cabeza y esperar a la siguiente acción de Paula.

Ella salió al exterior y Sibila la siguió. Juntas fueron a donde estaban entrenando Nanami y Rubén. Paula les sonrió con la mano, haciendo que ambos parasen y le sonrieran. Sibila observaba desde cierta distancia, sin saber muy bien lo que estaba pasando. Como acto reflejo de tantos años de relación, Paula saludó a Nanami dándole un ligero beso en los labios. En cuanto se separó, le comentó su intención.

-Cariño, Sibila quiere mejorar sus habilidades como profeta. ¿Hay algo así como encontrar tu interior o tal? Los chinos sois muy de eso, ¿no? Algo así, como lo de Karate Kid, de ponerse a limpiar las cosas, me iría de escándalo con lo sucia que está la casa.

Nanami intentó que no le notase lo decepcionada que estaba de que su amada dijese comentarios tan racistas después de tantos años juntos. Además, teniendo en cuenta que el Karate es japonés y las guerras que han tenido China y Japón a lo largo de la historia... No suele ser buena idea compararlos. Nunca.

-Mamá, ¿cómo puedes decir cosas así después de tantos años juntas? – le reprochó Rubén, el cual se sentía hasta ofendido

Paula abrió mucho los ojos y extendió los brazos sin entender nada. Nanami respiró hondo, recordando los motivos por los que llevaban tantos años juntas y así, olvidar lo que estaba pasando.