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—Ay, pero que idiota eres Dre —se juzgó a si mismo tirándose a su cama— el chico que te gusta te invita al arcade y tu dices "cool"

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—Ay, pero que idiota eres Dre —se juzgó a si mismo tirándose a su cama— el chico que te gusta te invita al arcade y tu dices "cool"

Pataleo avergonzado de sí mismo. ¿Qué podría pensar Cheng de él luego de actuar así? Seguramente nada porque al asiático no le gustaba el moreno y él era el único tonto enamorado allí.

No entendía por qué seguía así, frustrado en su cama pensando en cosas que jamás pasaran y sintiendo cosas que jamás serán correspondidas por  un chico que jamás lo mirará.

Dre por las noches era más feliz ya que mientras su cuerpo descansaba en un mar de sueños estos se encargaban de darle fantasías de Cheng y él juntos como si fuesen algo más que simples amigos, y tal vez ni siquiera llegaban a ese título. Pero entonces venía la mañana y se daba cuenta que esas fantasías que vió anoche no eran más que sueños bonitos que creaba su mente para complacer un poco lo que él sentía.

Tomó su libreta estando en la necesidad de expresar lo que sentía de alguna manera, y para Dre no había mejor cosa que escribir para desahogarse. Sosteniendo en su mano derecha un grafito se dispuso a trazar cada una de las palabras que quería.

 Sosteniendo en su mano derecha un grafito se dispuso a trazar cada una de las palabras que quería

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—¿Por qué lo invitaste?

La pregunta rompió el silencio que se había formado en la habitación de Cheng. Luego del lío de la tarde y decidir que hoy no irían al arcade, propuso mejor que se quedara en su casa a dormir, cosa que resultó bien de inmediato pues la madre de Cheng tenía muy buena relación con la madre de Liang.

El mas bajo seguía esperando la respuesta de su amigo, quién ni siquiera sabía muy bien por qué lo había hecho.

—No lo sé —respondió encogiéndose de hombros.

—No te hagas el loco, si lo sabes. Cheng, últimamente has estado raro, a principios de año el americano era una piedra en el zapato para tí, sé que sobrepasaste límites por el maestro y estuvo bien disculparse, aún así, desde ese momento para acá ya no eres el mismo y siento que han pasado cosas que no me has contado pero que explicarían la situación actual.

Su corazón iba a un ritmo rápido debido a los nervios. Liang ha sido su mejor amigo desde siempre, y sabía que estaría con él en las buenas y en las malas, pero aún así sentía miedo.

—Es cierto que no te he contado cosas... Pero tengo miedo Liang.

El de hoyuelos lo miro algo confundido desde el puff en el que se encontraba.

—Cheng, puedes contarme lo que sea, te escucharé —soltó con sinceridad sintiendo la seriedad del ambiente. Sabía que está conversación sería distinta.

Se sentó en el suelo apoyando su espalda del costado de su cama, teniendo una posición perfecta para estar en frente de su amigo quién lo veía atentamente.

—La libreta de Dre es un diario —comenzó sin poder verlo a los ojos de lo nervioso que estaba, así que para calmarse un poco empezó a jugar con sus dedos y solo se concentró en eso— La semana en la que estuviste enfermo yo tomé su libreta y la leí aquí. Habían notas dirigidas a alguien, a un chico en realidad.

—¿Un chico? —cuestionó sin entender.

—Sí... Yo tampoco sabía que Dre era uno de esos.

—No entiendo, ¿Y todo esto que tiene que ver con tu comportamiento?

—El chico que le gusta soy yo —dijo sin poder aguantar más la tensión en sus músculos.

La lengua de Liang parece haberse adormecido.

—Y creo que él me gusta, Liang —confesó casi en un murmuro— O no lo sé, pero no puedo dejar de pensar en él y en como escribe sobre mí. Estoy tan confundido, por favor no pienses mal de mí.

—Ey, ey —lo interrumpió rápidamente tomando asiento a un lado de él. Pasó un brazo por encima de sus hombros de manera fraternal y le dedicó una suave sonrisa dejando ver sus hoyuelos— Eres como mi hermano Cheng, yo jamás pensaría mal de tí y me siento feliz de que confíes en mí para decirme lo que sea, incluso si es para decirme que te gusta un chico.

El contrario se sentía abrumado. Jamás se había sentido tan confundido consigo mismo y a la vez culpable, ¿debería sentir culpa porque le gustase alguien?

—Nunca me había gustado un chico, ni siquiera sé si de verdad me haya gustado Meiying en algún momento —habló rápidamente.

—Para todo hay una primera vez.

—¿De verdad no te importa que me guste un chico?

Su voz sonó algo quebrada y un nudo en su garganta le hacía en ese instante la vida imposible, pero no quería llorar por lo que tragaba constantemente para alivianar al menos un poco la incomodidad.

—Se que puede ser difícil admitir sentimientos por alguien, aún si no es la situación mas corriente, pero si puedo ver a un Cheng siendo realmente felíz, yo estaré en la primera fila apoyándote siempre —lo pensó muy poco antes de corregirse— Apoyándolos siempre.

Su vista se nublo en una pequeña capa de lágrimas que retuvo.

—Eres el mejor hermano que podría tener, Liang.

—Yo también te quiero Cheng. Ahora a dormir, no te quiero ver con ojeras y los ojos rojos, hay un americano que debes conquistar mañana y tienes que lucir divino.

Se levantó rápidamente dejando a un Cheng muy sonrojado en el suelo. Sin duda ahora Liang sería su impulsor a todo primer avance y en una parte lo agradecía, pero por la otra lo veía urgar entre sus pendras de ropa eligiendo que debería ponerse mañana para "impresionar" al moreno, estaba hasta mas entusiasmado que él. No sabía que le esperaría ahora.

DIARIO | DRENGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora