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—¿Le tendría que comprar algo? —preguntó Cheng  a Liang que caminaba a su lado

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—¿Le tendría que comprar algo? —preguntó Cheng  a Liang que caminaba a su lado.

—¿Algo de qué?

—Yo que sé, por algo te pido tu opinión —alzó sus hombros en su propia confusión.

—Cheng, relájate. Vamos a una salida normal de amigos, y ni siquiera sabe que te gusta.

Asintió lentamente sintiéndose más tranquilo pero aún así sus nervios no desaparecían. Su estómago estaba diferente hoy, como si le cosquilleara.

Esa mañana se había levantado antes que su amigo y pensó en todo lo que podía pasar ese día, tanto bueno como malo, desde ahora las cosas serían diferentes ya que admitió sus sentimientos, pero cómo debería actuar si era su primera vez en esta situación. No quería ser mala persona y dañar a Dre, pero muy en su interior sabía que este podría ayudarle a entender todo.

Tal vez él era la solución. También pensó en una de las hojas del diario del moreno, específicamente en la última dónde hablaba de él con tanto detalle, no se acordaba de mucho pues leerla fué como un golpe de adrenalina, pero le gustaría apreciarla otra vez y dejar fluir sus propios sentimientos.

—¿Cuántas monedas quieren? —se dió cuenta que el viaje al arcade se había reducido a casi nada viendo que se encontraban en la taquilla del lugar.

—100 monedas, por favor —el de hoyuelos deslizó unos billetes por el espacio abierto del vidrio de la taquilla intercambiandolo por la cantidad de monedas pedidas. Era lo que usualmente compraban y les rendía muy bien.

—¿Crees que Dre haya llegado? —mientras su amigo contaba algunas monedas para guardar otras, él monitoreaba a su alrededor buscando alguna persona con las características del moreno.

—No lo sé, ¿por qué no lo llamas?

—No tengo su número.

—Ok, ¿y a qué hora le dijiste que viniera entonces?

—Tampoco le dije hora...

Liang lucía como una madre cansada de la torpes de su cría.

—¿Y él es adivino o qué? Cheng no seas tan idiota.

—Todo pasó muy rápido, ahora es que me estoy dando cuenta que nunca le dije hora —se excusó sin poder verlo ya que se sentía un poco avergonzado.

—¿Qué deberíamos hacer?

—Esperar que tal vez se le ocurra la idea de que es la hora fantástica de ir al arcade.

—¡Ey!

No sabían si exactamente los habían llamado a ellos pero ambos voltearon a donde provenía la voz. El corazón de Cheng empezó a latir con rapidez.

—Los estaba esperando, Cheng nunca me dijo hora así que pensé en venir más temprano esperando encontrarlos —habló con una sonrisa tímida.

Su sonrisa era realmente tierna.

—Acabamos de llegar, espero que no hayas esperado tanto. Vamos a los juegos de carros.

Liang fué a la cabeza dejando a los otros dos atrás y ahí fué cuando Cheng se dió cuenta que se había quedado sin ideas para charlar. No quería que el ambiente se pusiera incómodo y no había sido problema entabalar aunque sea una mínima conversación con el moreno hasta ahora.

—Me gusta tú camisa —alagó Dre mientras caminaba a la par del otro chico.

—Oh, gracias —no sabía mucho de Estados Unidos pero esperó que ponerse una camisa de un grupo de basket llamado "Lakers" le ayudase en algo. Le dió gracias al universo por haberle atinado.

—¿Eres fan de los Lakers?

No sabía absolutamente nada más que eran uno de los equipos de basket más famoso.

Y ahí lo pensó bien.

Vistió esa camisa porque le recordó a Dre, muchas veces lo había visto jugar en el parque. Tal vez llamaría más la atención de él si se ponía esta camisa y así iniciarían una conversación, pero no tuvo en cuenta que no sabía casi nada del equipo. Podría mentir, pero también quería avanzar. Para eso estaba allí en ese momento.

—La verdad es que no.

—Si no te gusta, ¿por qué decidiste ponertela?

—Porque me hizo acordar a tí.

No había vuelta atrás. Sentía su corazón en la garganta pero también un sentimiento de alivio y calidez.

—¿A mí? —Si Cheng veía con atención podría notar las mejillas del moreno más rosadas— Pues es mi grupo favorito —admitió con cierta pena.

—Mi intuición no falla —se encogió de hombros con un aire orgulloso.

La risa del moreno se oyó, pero no solo eso, sino que se coló por los canales auditivos del más alto grabándose en su memoria. Esta risa era distinta a otras veces que lo había escuchado reír, seguramente el mismo se hacía esas ideas por el motivo de que en esa ocasión la risa la había provocado el, pero era melodiosa y a la vez chistosa. Quería ser el detonante de más de sus risas y guardar más recuerdos del moreno. Le gustaría saber su sabor favorito de helado o su película favorita.

Le encantaría saber cómo sería dejarse amar por ese ser de linda sonrisa.

DIARIO | DRENGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora