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Ha pasado una semana y media desde la conversación que había tenido con su madre y a partir ese momento nada ha sido igual

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Ha pasado una semana y media desde la conversación que había tenido con su madre y a partir ese momento nada ha sido igual. La mayor lo veía casi con desaprobación, suspiraba, no le dirigía mucho la palabra y se encerraba en su cuarto luego de servirle la cena. Ni siquiera cocinaba con música.

Cheng no estaba descansando bien, se encontraba exhausto y triste. Tenía el número de Dre y a veces se enviaban mensajes y hablaban por horas aunque el otro muchacho no supiera nada de la situación del asiático sus conversaciones lo mantenían entretenido, pero después de cada charla Cheng se acordaba de su realidad y la realidad es que estaba solo.

Tenía práctica ese día así que se despertó temprano sintiéndose más cansado que el día anterior. Seguramente su madre ya estaría fuera de casa trabajando por lo que se preparó el mismo su desayuno comiéndolo con tranquilidad, y al terminar metió algunas frutas en la mochila que se llevaría acompañado de una botella de agua.

Luego de darse una ducha se vistió con ropa casual y salió de casa con sus pertenencias encima.

Esta no era la primera vez que tenía un cansancio mental y emocional, y usualmente se sentía mejor luego de estar con amigos y practicar kung fu. Tarde o temprano sus ánimos subían devolviendo al Cheng enérgico de siempre. Pero si era primera vez que duraba tanto.

—Cheng, oye.

Volteó distraído encontrándose con el entrecejo fruncido de su mejor amigo.

—¿Qué te sucede?, te he tenido que llamar cuatro veces.

—No te oí, perdón —dejó salir un suspiro mientras era seguido de Liang hacia los vestidores.

El de hoyuelos se detuvo a observarlo bien y ahí estaba su respuesta. Ojeras, hombros caídos, arrastre de pies, labios levemente fruncidos y ni siquiera un empujón burlón o sonrisa divertida. Cheng estaba en uno de esos momentos.

Mantuvo silencio al esperar que su amigo saliera con su uniforme puesto.

Liang era un chico bastante bromista y divertido. La mayoría del tiempo su existencia misma le daba gracia pero sabía cuando necesitaba ser maduro, y justamente el bienestar de su mejor amigo necesitaba esa versión de él.

—Vamos, va a comenzar el entrenamiento.

—Espera —el agarre en su antebrazo evitó que pudiese salir de la habitación y con un ligero jalón lo invitó a sentarse en uno de los varios bancos que había— Cuéntame que pasó.

El chino mas alto negó con su cabeza ligeramente, como si así pudiese decirle a sus emociones que no era el lugar correcto para dejar todo fluir.

—Nada, solo no me siento muy bien —quiso dejarlo hasta ahí pero no pudo mirar a los ojos al contrario. No podía mentirle cuando este se preocupaba tanto por él, esa nunca sería la mejor manera de pagarle por su amistad—. El día del arcade, en la cena mi mamá me comentó que el papá de Meiying me estaba considerando como posible pareja de ella, pero sabes que a mí no me gusta y se lo hice saber a mi mamá pero seguía insistiendo, entonces le dije que me gustaba alguien.

DIARIO | DRENGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora