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Eran alrededor de las siete, casi ocho y su madre seguramente debía estar esperándolo para cenar pero ni siquiera tenía mente para eso luego de haber pasado uno de los mejores días, y no es que hubiesen pasado cosas increíbles o fuera de lo común ...

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Eran alrededor de las siete, casi ocho y su madre seguramente debía estar esperándolo para cenar pero ni siquiera tenía mente para eso luego de haber pasado uno de los mejores días, y no es que hubiesen pasado cosas increíbles o fuera de lo común que las hicieran entrar en esa categoría. Pero este día entraba en uno de los mejores días por la sencilla felicidad que había experimentado Cheng junto al moreno, y eso que solo había sido una salida casual.

—Estaba por llamarte —mencionó su madre saliendo de la cocina al oír la puerta ser manipulada.

—Se me hizo algo tarde, perdón —se disculpó mientras se quitaba sus zapatos.

—Ya está servida la cena, comamos.

Se lavó las manos antes de sentarse a comer.

Solo eran su mamá y él, a veces los visitaba su abuela materna, pero de resto solo eran ellos dos. Luego de que Cheng naciera, su papá perdió su trabajo y empezó a vivir del dinero que generaba su madre apostándolo en juegos de azar sin llegar a ganar nada, años de eso la última vez que recordaba haberlo visto fue a los seis años cuando su mamá cortó todo contacto con él por el bien de ambos. Y la verdad no le molestaba la decisión de su progenitora, pues había tenido razón en una cosa; su papá no tenía el mínimo interés en él. Luego de haberse separado nunca recibió una llamada por parte de aquel hombre. Le parecía poco hombre y más que odiarlo, no sentía nada al no tener recuerdos buenos de él de los cuales aferrarse.

En cambio la relación con su mamá era estable. No era de esas relaciones madre e hijo inseparables y llenas de muestras de afecto, a veces Cheng se sentía presionado al ser su único hijo y lo más que quería era hacerla sentir orgullosa. Por eso se esforzaba en todo, en el kung fu, en el colegio, en cualquier actividad de la cual se pudiese sacar provecho él lo haría para demostrarle a todos que su madre tenía un buen hijo.

Comía con gusto siendo acompañado del suave sonido de la radio encendida, era una costumbre que su progenitora prendiera el aparato para cocinar y no lo apagara hasta luego de comer.

—¿Cómo está Meiying?

—Ella está bien, la última vez que la vi fue el viernes en el colegio —respondió sin mucho interés tomando algo de carne con los palillos para llevarlos a su boca.

—Hablé con su padre y me dijo que eras muy buen muchacho para ella, creo que te está considerando como yerno. ¿No te parece increíble?, Meiying es una linda chica.

Si era linda, pero no es su tipo...

De repente su estómago se cerró al darse cuenta que su madre debía enterarse de Dre. Para Cheng era muy importante que conociera a la persona que le gustaba, pero no era común el hecho de presentar a un chico con el que tenía interés sentimental siendo él también un chico. Dejó sus palillos de lado sin ganas de comer más.

—Yo... mamá ella no me gusta.

—Podrías intentarlo. Conocerla más y entablar una relación más estrecha con el tiempo.

—No tengo la intención de hacerlo, no quiero estar con alguien por la cuál no sienta nada —trató de sonar comprensible— Eso tampoco es justo para ella, merece estar con alguien que realmente ame.

Un suspiro salió de los labios de la mayor dispuesta a extender la conversación tal vez para convencer a su hijo de que le diera una oportunidad a una posible relación con la muchacha, pero sus palabras jamás salieron de su boca gracias al contrario.

—Ya me gusta alguien mamá.

La expresión de su mamá era de sorpresa, casi de emoción pero tenía que ser honesto y a veces la honestidad no siempre causaba sentimientos alegres.

—Es un chico.

Lo que parecía ser emoción se convirtió en perplejidad.

—¿Un chico?

—Si, su nombre es Dre Parker, estudia en mi colegio y me gusta.

—Cheng, creo que estás confundido. Es un chico, el no te puede gustar.

—Pero...

—Saldrás con Meiying, le diré a su padre que la invitarás al festival Qixi —se levantó de la silla para recoger los platos y ubicarlos en el lavaplatos.

El chico se empezó a sentir mal, sofocado y con un vacío en el estómago como si no tuviese nada en el a pesar de haber comido. Tenía una pequeña presión en la garganta.

—No lo haré —esta vez su voz sonó más firme y severa.

La mayor sólo lo vio por unos segundos que fueron eternos para el contrario antes de desaparecer por el pasillo directo a su habitación, mientras Cheng aún seguía sentado, sintiéndose terrible por hablarle así a su mamá pero más que todo por no sentir apoyo, ¿su mamá ya no lo querría?

Tenía miedo, no esperaba que su mamá le aplaudiera, pero tampoco esperaba que lo dejara solo después de confesarle que le gustaba alguien. Esto también era nuevo para él pero no podía solo.

Se tumbó en su cama enrollándose entre las sábanas buscando algo de protección o calor. Ahí se permitió dejar de fingir ser fuerte y llorar hasta quedarse dormido.

DIARIO | DRENGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora