౨ৎ XXIII

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El teléfono empezó a sonar

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El teléfono empezó a sonar. Resonó en la cabeza del joven Felix, que había empezado a soñar. Los papeles se acumulaban en la mesa, torres y torres de documentos por clasificar, Haerin llamándolo, los jefes llamándolo, Hyunjin asomándose por debajo de su mesa, dispuesto a abrirle los pantalones.

Abrió con mucho esfuerzo los ojos y enseguida se olvidó de lo que su mente había creado. Pero el estrés lo seguía sintiendo como si de verdad todo hubiera pasado.

Felix contestó a su teléfono comprobando antes la hora. ¡Las 3:30 de la madrugada!

─ ¿Diga?

─ ¿Te he despertado?

─ Pues sí.

─ Cuanto lo siento ─ cada vez que Hyunjin se disculpaba no terminaba de sonar muy sincero.

─ ¿Qué es lo que quieres?

─ No puedo dormir.

─ ¿Y a mí que me importa? ─ cuando Felix tenía sueño estaba de muy mal humor.

─ He pensado que podría ir a tu casa, nunca me la has enseñado.

─ Ni te la voy a enseñar.

─ Bueno pues quedamos en la mía, tengo un piso en el centro, está cerca de la oficina.

─ Voy a seguir durmiendo.

─ ¡Espera Felix!

Felix colgó. Dejó caer el móvil al suelo y se dió media vuelta para seguir durmiendo. Pero, por supuesto, el teléfono volvió a sonar. Felix decidió que lo ignoraría, pero la música no paro.

─ ¿Qué quieres...?

─ Si ya estas despierto ¿por que no vienes a mi casa? Podemos divertirnos un poco.

─ Son casi las 4 de la madrugada, quiero dormir, adiós.

Esta vez posó el teléfono sobre la mesita de noche, pero no se giró, espero a que volviera a sonar y lo hizo.

─ Hyunjin, no voy a ir a tu casa ahora.

─ Aún no has escuchado los planes para esta noche...

─ A ver...─ Felix sabía que no se cansaría así como así ─ ¿Qué planes?

─ Podría atarte al cabezal de mi cama... vendarte los ojos, y acariciarte suavemente el pecho para luego pellizcar tus pezones hasta que se enrojeciera ─ a Felix se le abrió los párpados de golpe, Hyunjin estaba poniendo una voz muy provocadora, muy sensual ─ Te agarraría ese pene tan lindo y luego te lo chuparía. ¿Qué te parece? Te chuparía la polla, lamiendote por todas partes mientras te agarro las piernas y te las abro para que me enseñes todo. Y tú no podrías moverte ni hacer nada, porque estarías atado... Luego te daría la vuelta y...

─ ¡Basta! ¡Cállate!

─ Te daría la vuelta y...

─ ¡Cállate!

𝓣ɾɑbɑjo imposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora