౨ৎ XIV

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Su jefe se había portado bien, tenía que admitirlo

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Su jefe se había portado bien, tenía que admitirlo.

Tomarse un día de descanso le había sentado como seda. Que Hyunjin se lo hubiera permitido lo desconcertó. ¿Por qué aveces era tan bueno y otras tan imbécil? ¿Cuál es el verdadero Hyunjin?

Para compensarlo a la mañana siguiente fue mucho más temprano de lo habitual. Se pasó por una panadería y se compró un bollo relleno de chocolate y un café. Su jefe lo había tratado muy mal muchas veces, pero ayer la culpa fue suya y necesitaba enmendarse, ya que si no Hyunjin tendría que echarle en cara el resto de vida.

La oficina estaba desierta, aún no había llegado nadie. Felix pensaba dejar el café y el bollo sobre el escritorio de su jefe en modo disculpa. Pero cuando entró descubrió que si había alguien allí.

Un hombre con los pantalones por los tobillos de pelo negro, estaba de espaldas a él moviendo sus caderas bruscamente contra alguien que estaba apoyado en la ventana. A Felix se le cayó la mandíbula y casi se le cae el café y el bollo.

─ ¡Joder! ─ exclamó el hombre al darse cuenta de que habían sido descubiertos.

Se alejó, subiéndose rápidamente los pantalones ocultando su trasero de la mirada de Felix.

─ ¡Dijiste que a estas horas nadie venía! ─ dijo furioso aquel hombre.

─ Y nunca viene nadie....¿Quién...?

Hyunjin se dió la vuelta y las miradas de ambos chocaron. Felix se lo estaba viendo todo, no llevaba pantalones, ni ropa interior.

─ ¿Te gusta mirar? ─ le dijo en tono burlón.

Felix aún estaba en shock y no se había movido.

─ No será que eres tú al que le gusta que lo miren, maldito pervertido ─ dijo el hombre de cabello rubio ajustándose el pantalón.

─ Nah...esas cosas no me van.

─ Ya...seguro que tenías planeado todo esto. Yo paso de que se nos una un desconocido, ahí te has pasado ─ el hombre cogió su chaqueta y se dirigió a la puerta  ─ Y no me vuelvas a llamar, maldito pervertido.

El hombre se marchó dando un portazo y dejó a Felix en una situación incómoda.

─ Y-Yo.....n-no pretendía.

─ Tranquilo, di lo que quieras.

Hyunjin había apoyado la espalda en la ventana y su erección levantaba la tela de la camisa que aún llevaba puesta.

─ L-Lo siento.....Solo quería dejarte esto....Pensé que no habías llegado...

Hyunjin se acercó a él.

─ Lo siento, me voy enseguida.

Felix quiso abrir la puerta pero Hyunjin ya estaba a su lado y apoyó la mano en ella para que no escape.

─ ¿Por qué te quedaste mirando?

─ Yo....no quería mirar....solo es que....me sorprendí y...

─ Claro....te sorprendió ver como le daba por el culo ¿no es así?

─ N-No...yo no...

─ Venga, total ya lo has visto todo, puedes decir lo que piensas. Al igual que puedes llegar tarde al trabajo o entrar a mi despacho sin llamar. Tómate toda las libertades que quieras.

Felix estaba contra la espada y la pared. Literal, porque el pene de su jefe seguía erecto a escasos centímetros de él y le apuntaba directamente.

─ ¿Como vas a compensarme esto?

─ ¿Esto...?

Hyunjin enarcó una ceja y echó una mirada a su entrepierna y luego a Felix, que se quedó sin saber que hacer o decir.

─ De rodillas ─ exigió Hyunjin.

─ ¿Que?

─ Ponte ─ se acercó a su oído ─ de rodillas.

Su grave y profunda voz causaron en Felix una sensación que no había experimentado nunca. Sintió calor. Calor en partes que no deberían excitarse por un hombre, por su jefe, por el pervertido de su jefe.

─ ¿Te has puesto duro? Creí que eras hetero....Eres una caja de sorpresa Felix...

Su voz seguía sonando un par de milímetros en su oreja. Su aliento rozaba su piel y Felix se sintió indefenso. ¿Por qué no le ha dado un golpe y salía corriendo?

─ Felix... ¿no me has oído? Ponte de rodillas. Ahora.

Felix aún tenía el café y el bollo en la mano. Hyunjin los tomó y los apoyó en la estantería que tenían a lado sin separarse.

El joven ayudante había entrado en una especie de trance por el que su mente se había quedado completamente en blanco. Comenzó a doblar las piernas y lentamente se puso de rodillas. Mantuvo la mirada en el suelo y las manos sobre su muslo. ¿Que era lo que estaba haciendo?

Hyunjin se quedó mirando la nuca de su ayudante, al que tenía arrodillado ante su pene. solo tenía que levantar la cabeza y chocaría con ella. Se la pasaría por toda la cara, le golpearía con ella para castigarlo por su comportamiento y luego se la metería hasta el fondo de la garganta.

Lo tenía a menos de un palmo. Agachado, sumiso, suyo. ¿Le estaba dejando? ¿Él también quería esto?

Su mano se alargó y acarició el cabello largo y rubio que llegaba un poco más bajo de su hombro. Era suave. Tenía ganas irrefrenables de tirar de ese pelo. Esta fantaseando mucho.

Hyunjin tragó saliva y procuró respirar despacio mientras tocaba ese pelo.

─ ¿Te vas a ir después de esto? ¿Vas a dimitir y luego denunciarme?

─ No....

Hyunjin presionó un poco la coronilla de su ayudante. Echó la cabeza hacia atrás y respiró profundamente. Tenía muchas ganas de ser un cabrón con ese chico. Pero si lo hacía lo perdería para siempre, y le gustaba demasiado para perderlo de ese modo.

Con mucha fuerza de voluntad se dió la vuelta y caminó hasta el fondo del despacho, donde sus pantalones descansaban sobre el sofá. Comenzó a ponérselos. Felix seguía de rodillas en el suelo.

─ Puedes irte. Me excita más cuando te resistes. El Felix sumiso me corta la excitación.

No era cierto, pero quería liberar la tensión restándole importancia a lo que había estado a punto de ocurrir. Se sentó en su silla. Felix seguía de rodillas, no se le había pasado el susto.

─ ¿Que haces? Vete ya a trabajar, yo tengo que encargarme de esto por mi cuenta.

Felix se incorporó despacio para no perder el equilibrio y salió de allí. Él también se sentó en su silla y en cuanto recuperó la cordura se echó las manos a la cabeza.

¿QUE ACABA DE HACER?

¿QUE ACABA DE HACER?

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𝓣ɾɑbɑjo imposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora