DUELE

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Mi madre me pidió mil veces que le explicara por qué había llorado, pero me reusé a hablar de eso. En lo que resta de la semana la vi dos veces más... con él. Me estaba desgarrando por dentro, realmente me había hecho ilusiones  estúpidas. El fin de semana no hice mas que beber, beber, y beber, hasta olvidar mi nombre por completo. No sé con cuantos tios me enredé, no recordaba ni sus nombres ni rostros. Mi madre me advirtió que mi conducta se estaba saliendo de control y me disculpé repetidas veces. Sam olvidó por completo nuestro trato así que no tuve que contarle que la persona que me gusta es... la profesora de mi escuela. La noche del domingo no salí a ninguna parte, ya me sentía un poco enferma. No pude dormir ni una mierda, cuanto quisiera jamás haberla visto. 

-Cariño-, dijo mi madre abriendo la puerta de mi habitación,

-Ya es hora-. Estaba tan inmensa en mi pensamientos, que no me había percatado de la hora. Me di una ducha rápida, y me vestí. No tenia ganas de mucho. Me maquillé lentamente y luego salí para la escuela. Llegué tarde pero no me interesó en lo mas mínimo. Me senté en el ultimo asiento, y me puse los audífonos por el resto de la hora. Tocó la campana, y esta vez si decidí salirme para comer algo. Dejé el libro que me dio encima de su escritorio, y salí. Nos la cruzamos en la puerta, pero vi hacia otro lado para no tener que saludarla.

-¿Estas bien?-, preguntó Sam preocupada

-Sí, tengo un poco de sueño, eso es todo-, mentí

Ignoré el resto  de su conversación y luego volvimos al aula. No hice el intento de mirarla, y me fui al último asiento de nuevo.

-Buenos días-, escuché su maldita voz.

Respondieron algunos como siempre. Me escondí detrás del chico de adelante, para que no pudiera verla ni por accidente. La clase avanzó mucho mas lento de lo que la recordaba. Escuché sus tacones acercarse, haciendo que mi pobre corazón sufriera de una taquicardia avanzada. Empezó a pasear por el curso mientras dictaba, y yo ya no daba más, me dolió mucho el pecho. Tocó la campana y  suspiré aliviada. Recosté mi frente en el pupitre. Tengo que pensar seriamente de cambiarme de clase. Sentí una manos en mi hombro y di un saltito del susto.

-Lo siento-, dijo Faye con una sonrisa, - No quise asustarte-.

-No se preocupe-, dije aclarando mi garganta.

-¿Terminaste el libro?-, sonrió, - ¿Te gustó?

Asentí intentando no mirarla.Tomó el asiento de mi lado, y lo acercó más a mi, y se sentó. Mi respiración estaba bastante agitada. Era una mierda, no lo podía controlar. 

-Me dijeron que no vas muy bien el las demás asignaturas-, dijo apoyando la cabeza en su mano, -Pasa algo?-.

-No-, negué con tranquilidad, -Es normal-.

-¿Es normal?-, dijo riendo, -¿ Porqué?

-No sé, simplemente...no me va bien -, me miró unos segundos y suspiró. Puso una mano encima de la mía y sonrió. 

-Si necesitas algo-, dijo suavemente,
- Lo que sea... estaré para ayudarte-.

Retrocedí un poco mi cuerpo, estaba demasiado cerca, sus labios me estaban tentando, no sabia cuanto mas lo resistiría.

-Gracias-, contesté con ternura.

Levanté la mirada y ahí estaba al que maté mil veces en mi mente. Tomas, en la puerta, esperando  Faye. Mi lenguaje corporal cambió por completo, y quise deshacerme de su agarre, pero no me lo permitió. Se aferró a mi, y me miró con el ceño fruncido. Se dio la vuelta a mirar lo que yo veía y suspiró irritada. Me sentí muy patética, tenía miedo que pensara que estaba celosa, claro... claro que, si lo estaba, pero no tenía para qué saberlo! Me soltó suavemente. casi acariciando mi mando y me sonrió dulcemente. 

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