EN TODAS PARTES

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Volví a casa, y todos me dijeron que parecía un poco distraída, pero... no me sentí así. En la tarde tenía clases de deporte, lo odiaba demasiado, pero tengo que asistir. Fui a la escuela, y tenía el típico permiso por enfermedad, mi profesor ya me conocía y se rindió, como todo, entonces solo me perdía que lo ayudara a llevar las cosas, o simplemente a quedarme durante toda la clase. Legué y se lo extendí.

-¿Enserio Yoko?- dijo molesto, - ¿Desde la primera clase?-

-Lo siento-, dije sonriendo, - De veras estoy enferma-.

Me miró unos segundos seriamente, pero no me afectaba, así que solo suspiro y me llevó al deposito para que sacara lo que él quisiera. Tuve que arrastrar unos bolsones muy pesados, hasta que la volví a ver.

Frené en seco, y vi como se acercaba con esa presencia tan increíble. Me dio una leve sonrisa de lado, y empezó a hablarle a mi profesor. Su voz era exquisita. Estaba unos pasos más atrás que mu profesor, así que no podría evitar mirarla como si fuera una piedra preciosa. No escuchaba ni una palabra porque estaba demasiado concentrada en como movía sus labios, sus gestos...

-Yoko-, dijo fuertemente mi profesor, -Después de dejar eso en el patio, acompaña a la señorita al depósito de libros-.

-Cla... claro-, aclarado mi garganta.

Me miró y esta vez me sonrió más sinceramente. Mi profesor apuró el paso sin importarle ni un poco lo pesados que eran los bolsones.

-¿Te ayudo?- preguntó un poco preocupada.

-No, está bien, gracias- dije intentando no sonrojarme. 

-¿Segura?, se ven muy pesados-, dijo abrazando sus libros.

- Lo están-, dije riendo ligeramente, - Pero solo así apruebo la materia-.

-Oh...-, dijo riendo, - Ahora entiendo!-

Su perfume estaba empezando a adormecerme.

-Yo hacía lo mismo-, dijo mirándome, -Odiaba deporte-.

-Es horrible- Dije asintiendo.

Por fin llegamos , y lo dejé ahí tirados. Me arreglé el cabello y la ropa. - Está bien-, suspiro, -Es por acá-.

Estiré mi brazo para que empezara a caminar, y lo hizo con una bella sonrisa en los labios. La seguí y empezó a conversar de nuevo. Me costaba responder sin parecer nerviosa, sentí que era demasiado superior. Llegamos y abrí la puerta, bajé los 3 escalones, y la vi un poco dudosa. 

-Déjeme ayudarla-, dije estirando mi mano.

-Gracias-, dijo poniendo delicadamente su mano encima de la mía. La electricidad que sentí en ese momento, era... inexplicable. Su piel era suave, tibia, era perfecta. Llegó a mi lado y sonrió.

-Lo siento-, dijo un poco apenada, - Estos tacones pueden ser traicioneros-.

-No te preocupes-,  me alejo un poco de ella, - La entiendo-.

Mi corazón latía a toda velocidad, mi respiración era irregular, que me estaba pasando!!!

-Al parecer no vienen aquí muy seguido-, dijo mirando todo alrededor.

-No-, niego con la cabeza, -Es hermoso, pero... a nadie le interesa-.

-¿Te gusta la Literatura?, dijo sorprendida.

-Sí-, sonreí, -Me encanta de hecho-.

-Hoy en día, es muy raro encontrar a alguien así-. Asentí con la cabeza y fruncí los labios. Sentía sus ojos mirándome fijamente, pero preferí ponerle mas atención a los libros, ya estaba lo suficientemente nerviosa. Vi que paseaba al rededor, tomando algunos, pero ya no le estaban en las manos.

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