𝗶𝘃. masturbación (1)

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Masturbación I.

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Imperio Alemán miró las pruebas de que la noche anterior no había sido un simple sueño extraño, con una de sus manos cubrió algunas de las oscuras marcas que ahora adornaban su cuello mientras se mordía el labio con nerviosismo.

Su tren de pensamientos fue interrumpido cuando alguien tocó la puerta y procedió a abrir sin molestarse en recibir respuesta.

El alemán aplicó más presión sobre su propio cuello al ver a la capital rusa adentrarse en su recámara, en sus manos llevaba una carta aún sellada.

El germano tuvo que reprimir un bufido de molestia cuando notó como la mirada de San Petersburgo se posaba por un segundo sobre su cuello y sus cejas se elevaban levemente en una expresión casi imperceptible de diversión.

"Señor," se recompuso el petersburgués luego de unos segundos. "hemos recibido respuesta de Berlín."

Ante la noticia el más alto alejo la mano de su cuello olvidándose por un momento de las incriminatorias marcas, en solo un par de pasos largos se paró delante de la capital y sin mediar palabras extendió su mano, el ruso al observar esto rápidamente posó la carta en la mano extendida del imperio antes de dar una pequeña reverencia como despedida.

"Danke." (Gracias)

"Это не имеет значения." (No hay de que) terminada la interacción, el eslavo se retiro cerrando tras de si la puerta y una vez que estuvo afuera no se molestó en contener su risa. "Xа-ха-ха... Я обязательно должен сообщить об этом в Москву." ( Definitivamente tengo que decirle a Moscú sobre esto.)

En la recámara Imperio Alemán apretaba entre sus manos la carta aún cerrada buscando dentro de si mismo la fuerza para abrirla, con pasos lentos se acercó hasta la cama sentándose en el borde de esta de manera descuidada.

Encontrándose en una posición cómoda abrió la carta rápidamente encontrándose con una pequeña foto de sus hijos, lo sorprendió levemente puesto que es lo último que esperaba dentro de aquel sobre pero mentalmente le agradeció al berlines por el pequeño detalle, tomó entre sus dedos pulgar e índice la foto monocromático y la acarició dejando escapar un suspiro. Se tomó unos segundos para recordar a sus pequeños antes de resguardar la foto en uno de los bolsillos de su uniforme para pasar a la parte más importante, la carta.

Levantó el pedazo de papel y lo extendió encontrándose cara a cara con la reconocible caligrafía de la capital, leyó rápidamente las oraciones escritas con tinta negra apreciando que Berlín se tomará el tiempo de agregar un pequeño informe sobre como se encontraban Weimar y Dritte.

Hizo un sonido de aprobación ante las palabras afirmativas de que las cosas estaban tan bien como podían estar y como Berlín ni nadie tenían ninguna intención de coronar a alguna de las jóvenes naciones.
Una vez calmadas sus preocupaciones, el alemán se levanto de la cama y se encamino a una cómoda sobre la cual dejo la carta dentro se su respectivo sobre, se miró en el espejo nuevamente acomodando el cuello de su uniforme para asegurarse de que las marcas estuvieran cubiertas y se paso una mano por el cabello desenredando algunas de las hebras que se habían anudado entre sí.

Por último, paso ambas manos por el frente de su uniforme alisando un par de arrugas que se habían formado por la manera descuidada en la que se había echado sobre la cama, satisfecho con su apariencia decidió que no pasaría más tiempo encerrado en aquella habitación.

Salió totalmente decidido a explorar el lugar, a decir verdad no tenía un rumbo fijo y algo en peculiar del palacio ruso era que (al menos para el alemán) parecía un laberinto, el tricolor juraría que todos los pasillos eran casi iguales con mínimos cambios en los cuadros que decoraban algunas paredes o la cantidad de habitaciones adyacentes, aún así siguió su camino.

el precio del poder ─── countryhumans.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora