𝗶𝘅. misionero

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Misionero.

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Imperio Alemán salió a tropezones del cuarto, se había puesto una muda de ropa deprisa y realmente no se había molestado en abrochar por completo la camisa, detrás suya apareció el ruso.

Moscú levanto de la vista de una pila de papeleo que traía entre manos cuando escucho pasos acercarse hasta su posición actual, se detuvo en seco cuando el alemán apareció por la esquina a paso apresurado, terminando de abotonar los botones superiores de la camisa que traía puesta. Amago a saludar al menor por una simple cuestión de rangos pero el germano simplemente paso a su lado sin siquiera reconocer su presencia, el moscovita giro la cabeza para observar como este se alejaba por el pasillo, un par de segundos después apareció el zar por la misma esquina solo que con una caminata más tranquila. Ambos rusos se miraron por un momento.

"Что?" (¿Qué?) Moscú se exaltó un poco ante el tono del más alto pero rápidamente recobro su compostura. "Нет, ничего." (No, nada.) murmuro antes de alejarse lo más rápido que podía sin correr, había tratado de loco a su 'hermano' la ultima vez que se le había acercado para cotillear acerca de la extraña relación de los imperios pero ahora empezaba a pensar que la capital hablaba totalmente en serio.

Por su parte, el más alto suspiro luego de que la ciudad abandonara el pasillo y se concentro en seguir su camino, se dirigió a su oficina, sabia que ese era el destino del alemán y si había mantenido el casi trote con el que salió de la habitación estaba seguro de que ya debería de haber llegado, aun así, no se apresuro, mantuvo sus pasos relajados hasta que unos cinco minutos después se hallo frente a su oficina, las puertas abiertas de par en par, lo que le ofreció una vista completa del interior del despacho, inmediatamente su atención se dirigió al centro del lugar donde se encontraba el menor en su silla, detrás de su escritorio y muy atento a la carta que traía entre manos. Tomo nota mental de la expresión que se reflejaba en el rostro del germano, sus ojos se suavizaban de una manera que el ruso nunca había podido apreciar antes esto acompañado con una suave sonrisa (sonrisa que al eslavo le gustaba bastante).

Noto también una segunda carta sin abrir sobre su escritorio, sabia que esa era dirigida para su persona pero la ignoraría, al menos por ahora, se adentro en la oficina yendo hacia el sofá de cuero que allí tenia, tomo asiento y aprecio, en silencio, el 'paisaje' que tenia enfrente.

"Los extraño," suspiro el germano, el eslavo alzo una ceja preguntándose mentalmente de quienes estaba hablando, "mira," el menor que estiro su brazo para mostrarle el contenido de la carta al ruso, este se inclino ligeramente hacia adelante para poder enfocar mejor su vista notando que la carta parecía escrita por al menos 3 personas diferentes, "Meine Kinder sind bezaubernd" (mis niños son adorables.) el orgullo prácticamente se derramaba como miel en las palabras del alemán logrando que la expresión del mayor se suavizara ligeramente. Pensó por un momento en su hijo, URSS era problemático (para él) pero no podía negar los pequeños momentos en los que miraba a su pequeño y su pecho se inundaba de un cálido orgullo, no lo admitiría en voz alta pero aun tenia grabado en su mente el día en el que el pequeño soviético había dado sus primeros pasos. Se levanto con un suspiro, teniendo en mente una idea, se acerco hasta el escritorio solo para tomar la carta dirigida a el que yacía allí abandonada.

"Tengo asuntos de los que encargarme," le informo al alemán, "puedes hacer lo que quieras mientras no muera nadie." termino la frase para posteriormente darse la vuelta escuchando como el germano murmuraba algo entre dientes que no llego a escuchar.

el precio del poder ─── countryhumans.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora