𝘃𝗶. jugueteo con los dedos

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Jugueteo con los dedos.

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Imperio Ruso estaba devolviendo a su lugar uno de sus libros favoritos cuando la puerta de su oficina fue abierta, adivinando de quien se trataba habló sin voltearse a ver a su invitado.

"¿Se te ofrece algo?"

El alemán, aún parado bajo el marco de la puerta observó detenidamente la alta figura del ruso, particularmente se fijó en sus manos, dedos largos y delgados siempre cubiertos por la tela de sus guantes que el menor se moría por sacarle. Se forzó a si mismo a dejar de lado esos pensamientos agitando suavemente su cabeza.

"He escrito una respuesta para Berlín pero, no encuentro a San Petersburgo." levantó su mano derecha para mostrarle al ruso un sobre.

El zar abandonó lo que estaba haciendo optando por darse vuelta por completo para poder ver mejor al germano.

"Él no está aquí, lo envié a encargarse de unos asuntos diplomáticos," explicó haciendo un ademán con una de sus manos para que el menor le restará importancia al asunto "puedes dejar la carta aquí, me aseguraré de enviarla más tarde."

Imperio Alemán dio unos pasos hacia el interior de la oficina depositando la carta sobre el escritorio del ruso, luego se volteó para mirarlo, enfocándose ahora en una gran estantería llena de libros y algunos adornos, en su mayoría, de un bonito color dorado.

"¿Disfrutas mucho la lectura?" cuestionó mientras se acercaba hacia el eslavo.

El ojo bueno del zarista se entrecerró cuando sonrió ante el interés del menor, lo observó cuando se paró a su lado y se volteó para también mirar la estantería.

"Pienso que la lectura es importante, aunque he de admitir que tengo pasatiempos a los que favorezco más."

El germano soltó un sonido de reconocimiento ante la respuesta mientras escaneaba con la mirada la gran cantidad de libros que llenaban los estantes, para alguien que no adoraba la lectura el zar definitivamente tenia una gran colección de libros.

"Tienes muchos libros." murmuró el alemán recordando las pocas veces que había entrado en la oficina de su padre, el prusiano debía tener en su posesión la misma cantidad o incluso más libros que el ruso, se preguntaba si su progenitor tenía algún tipo de influencia en esto.

"He tenido bastante tiempo para hacerme con esta colección."

Algunos libros de la colección tenían evidentes signos de antigüedad, marcas del tiempo y pruebas evidentes de que se les había dado el uso con el que fueron creados. Mientras el alemán estaba distraído el eslavo lo observaba en silencio, bajo la cálida y tenue luz de la oficina las facciones del germano se marcaban más.

Imperio Ruso cerró su ojo sintiendo una calidez ya conocida por dentro, suspiró y apoyó una mano en la espalda del menor

"Ven, vamos." dijo empezando a moverse y dirigiendo al alemán con la mano que había apoyado en su espalda.

El germano lo miró algo confundido ante la interrupción.

"¿A dónde?"

"Quiero dar una caminata."

Caminaron lado a lado tranquilamente, el zar deslizó su mano hacia abajo reposándola sobre la cintura del menor quien no mostró reacción alguna frente al gesto. Se detuvieron frente a un gran ventanal que ofrecía una vista bastante linda de los jardines del palacio aunque, debido a la época del año la mayor parte del jardín se encontraba cubierto por una capa de blanca nieve.

el precio del poder ─── countryhumans.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora