𝘃𝗶𝗶𝗶. en cuatro

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En cuatro.

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Ambos se miraron fijamente por unos momentos, hace tan solo segundos el eslavo había entrado en la habitación provisional del menor sin molestarse en tocar la puerta, lo había encontrado recién salido de un baño, con una toalla blanca atada a su cintura y el cabello aun mojado.

"¿No te cubrirás y me dirás que me largue?" bromeo el ruso con diversión recibiendo un bufido como respuesta. "Creo que ya pasamos ese punto hace rato." murmuro el germano mientras tomaba otra toalla entre manos, el ruso notando como este se sentaba en la cama dispuesto a secar su cabello se acerco apresuradamente hacia su lado. "Déjame ayudarte con eso." Imperio Alemán alzo una ceja cuando el zar le quito la toalla que traía entre manos sin esperar una respuesta.

El menor se acomodo en el borde del colchón dándole la espalda al ruso. "Quien lo diría, tengo al gran zar de Rusia secando mi cabello." la sonrisa en su rostro paso desapercibida para el eslavo quien solo le proporciono un suave golpe en la coronilla al alemán como reproche.

Imperio Ruso se concentro en su tarea, tomando mechón por mechón y refregándolos suavemente con la toalla, si sus manos vagaron más de lo necesario ninguno de ellos dijo nada, sus ojos exploraron la espalda del menor tomando nota de la gran cantidad de cicatrices, algunas más grandes que otras, aunque su mirada se fijo en particularmente dos cicatrices que se reflejaban entre ellas a la altura de los omoplatos del alemán, poso su mano sobre una de las cicatrices, sintiendo la aspereza del tejido cicatrizado.

"La ultima vez que revise, mi cabello esta sobre mi cabeza." suspiro el germano cerrando sus ojos, el ruso acaricio con su pulgar la marca, entrecerrando su ojo. "¿Puedo preguntar?" Imperio Alemán lo miro por sobre su hombro, debatiéndose internamente si debería o no contarle al mayor los detalles. "No es una linda historia." murmuro recibiendo un sonido de reconocimiento como respuesta, suspiro antes de acomodarse más cómodamente en su sitio antes de empezar su relato.

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Imperio Alemán sintió un zumbido agudo en sus oídos, pestañeo múltiples veces intentando enfocar su vista en las ruinas de lo que solía ser una trinchera, jodidos soldados franceses, el aire estaba lleno de polvo y respirar se le estaba complicando, intento moverse al escuchar los quejidos lamenteros de sus soldados alrededor de él pero se detuvo cuando se disparo un fuerte dolor desde su ala derecha hacia todo su cuerpo, se giro alarmado encontrándose con el apéndice aplastado bajo unos escombros.

Intento liberarse pero rápidamente se rindió debido a lo inútil que era, emitió un par de quejidos que ahogo mordiendo su propia mano. Pensó en todas sus posibles próximas acciones pero estaba seguro que los soldados enemigos no tardarían en llegar, es mas, estaba seguro de que ya estaban en camino, debía liberarse inmediatamente o caer en manos del enemigo. Frunció el seño cuando llego a la conclusión de que lo único que podía hacer ahora mismo era despedirse de su ala.

Clavo fuertemente sus colmillos en el dorso de su mano, atravesando la piel debido a la rudeza y armándose de todo el coraje que tenia, tiro—

Decir que el ruido de los huesos quebrándose fue horrorizante era quedarse corto, el dolor de los músculos desgarrándose terriblemente casi logro que el se alemán desmayara, mantuvo los pies en la tierra al intentar enfocarse en el dolor agudo en su mano y no en la perdida de lo que para el era prácticamente otra extremidad, tembló fuertemente echado sobre la tierra respirando pesadamente mientras intentaba calmarse. Se incorporo temblorosamente sintiendo su espalda totalmente empapada con su propia sangre, no miro atrás cuando se alejo como pudo, no quiso mirar lo que quedo del apéndice arrancado.

el precio del poder ─── countryhumans.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora