Capitulo 11

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Cuando acepto darle un heredero al principe del Inframundo, no pensó que tendría que hacer algo además de recibir su deliciosa carne humana, Pero estaba totalmente equivocada. El principe la sometió a estudios para comprobar que pudiera cargar a su heredero.

La mujer frente a ella revisaba los resultados de sus estudios, importaba poco lo que decía a Verón o al hombre que siempre estaba pegado a él, ella solo tenía mente para esa jugosa pierna frente a ella, parecía ser que le perteneció a una joven que amaba pintarse la uñas, eso le arruinaba un poco el sabor, aunque no por eso iba a dejar de comer.

— Al parecer la princesa está en buenas condiciones para cargar a un heredero. — escuchó decir a la mujer.

— Aunque la edad le ayuda a estar más saludable —

— Joy, Irene; ¿pueden garantizar que tendré un heredero poderoso y sin complicaciones? —

— Hay que esperar a que Nazca para eso. —

Cuando las tres voces cesaron y tres pares de ojos la estaban enfocando mientras degustaba aquella pierna, quiso ignorarlos. Ella no tenía nada que decir ante el tema, tenía comida y tenía entendido que pronto sería más poderosa que su madre, lo demás le importaba poco. Su madre tampoco le emocionaba, Pero Verón le había dicho que Joy y esa mujer llamada Irene serían los encargados de cuidar al bebé que ella tuviera.

Ante la mirada de los tres, se levantó, la chica camino con toda seguridad hacia la mesa, tomo un dedo de la bandeja y sonrió como respuesta. Escuchó el fuerte suspiro del principe del infierno pero le importo poco.

— Irene, quiero que entrenes a Liz para gobernar, enséñale modales — ordenó con voz cansada — Joy, quiero que le enseñes la historia de este mundo y sus tradiciones. —

— ¿Disculpa? — la chica los observo con una ceja alzada — Olvidan que soy una princesa, no necesito clases de modales. —

— Tu educación dice lo contrario — objeto Verón con voz irritada — solo toma las clases sin contradecirme. —

— Lo que me faltaba, tener a alguien más para presionarme — dijo la Madoow fastidiada.

— Envie a tu casa dos cajas de carne, ropa nueva, varios libros que se encontraron en los escombros del castillo Unigher y dos bolsas de carontes. —

— Y estoy agradecida por eso — Elizabeth sonrió complacida por la nueva información. — tomaré las clases con bob y ren. —

— Joy e Irene. — corrigió la mujer.

— El nombre es lo de menos, son sus sirvientes así que no importa como los llame, entienden que habló de ustedes. — la voz fastidiada de la chica molestó a las Parkas más antiguas. 

Ambas parkas iniciaron su trabajo, cumpliendo al pie de la letras las órdenes de su príncipe. Por desgracia para ellos, la actitud de la joven princesa no era la mejor, la chica mayormente los ignoraba, tenía una actitud sarcástica hacia ellos y se la pasaba comiendo en las lecciones que le impartían. Darse por vencidos no era una opción, el principe del inframundo era capaz de enviarlos al fondo del Tártaro, o incluso de desintegrar sus almas, eso sí no los ve necesarios.

Por otro lado, Elizabeth tenía varias dudas sobre su relación. Ella no sabía lo que era un "novio", conocía la palabra por la universidad, Pero no tenía conocimiento de lo que implica el tener uno. Pregúntar a su mamá Wendy no era una opción, se veía que ella no tenía conocimiento en los sentimientos románticos propios, tampoco tenía alguna amiga a quien preguntarle sobre el tema.

Al terminar su clase con uno de los sirvientes de Verón, se dirigió al invernadero del castillo Darkligth, dónde encontraria a la única persona que podría ayudarla o al menos, sabría más de sentimientos. Agachada frente a las rosas, se encontraba una chica pelirroja, con un overol rojo y camisa blanca. Elizabeth se acercó a pasos lentos, hasta llegar junto a ella y darle un empujón brusco en su hombro.

Orgullo del InframundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora