𝟝 / ℙ𝕥.𝟙

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Un mes en prisión y seguía viva. Es que era una tipa dura. Una de las hembras fuertes de aquellas que costaba enfrentarlas sobre todo por su intrepidez y dedicación. Deberían darle una medalla de honor por su valentía y....

— ¡No, Toni! ¡Me duele! — Gritó, un poco más agudo de lo que le hubiese gustado.

Su dueña tenía una mueca ácida en el rostro y quizá no era para menos. Porque la situación no era de lo más agradable. Ahí estaban, en la celda de ambas en vez de estar comiendo el almuerzo. El paño húmedo que Toni presionaba contra la mejilla golpeada de Cheryl, en un intento por bajar la hinchazón, comenzaba a entibiarse debido al calor que emanaba de la zona lastimada.

— Puta mariquita. Mira que chillar por un golpe.

— Pero duele — ella se defendió.

— A ver si así aprendes a no meterte en peleas que no te conciernen. Golfa intrusa.

Y quizá, solo quizá Toni tenía razón. Porque Cheryl en definitiva no debería haber actuado como una súper héroe he intentado detener una pelea entre dos de las chicas con las que se sentaba a comer. Simplemente fue mayor a ella. Cuando las vio tirándose el pelo y gritando como dos locas dementes, saltó para separarlas y a cambio obtuvo un empujón que la hizo trastabillar con los pies y golpearse el rostro con la esquina de una mesa.

— Solo quería ayudar — gimoteó por el dolor punzante.

— Ayuda a tu vagina a permanecer apartada de los problemas, mamona.

— Ugh.

Algunas veces, siempre, Toni podía ser realmente desagradable.

— Ya. Me aburrí de jugar a la doctora. — Soltó sobre los muslos de Cheryl el paño que había estado presionando sobre la mejilla de esta y se colocó de pie, caminando hasta el corroído lavamanos.

— Me duele — refunfuñó con un puchero a punto de formarse en sus labios. Presionando el paño sobre su propia mejilla lastimada. — Y ahora luzco fea.

Toni la vio a través del reflejo del espejo, presionando la punta de su lengua en la comisura izquierda de su boca.

— Joder, mamona. ¿Acaso te estás poniendo toda chineada para que te diga lo linda que luces? Porque no, corderita. Luces como la mierda.

— Gracias. — Rodó los ojos.

Toni enjuagó sus manos y volteó para ver a Cheryl.

— En realidad, no te entiendo. Te digo que no te metas en problemas y lo haces. Ni siquiera sé si debo protegerte, con lo que te gusta andar causando conflictos.

Cheryl bajó la mirada. El paso de aire se le cerró y se atragantó con una bocanada de aire.

— No lo hago — respondió de inmediato. — No, yo... No, Toni.

— Ya. ¿No lo haces? ¿Y qué es eso en tu mejilla entonces?

— Lo siento. — Cheryl quizá solo quería ser valiente.

— Da igual. No espero nada de ti. — Se encogió de hombros y tomó sus guantes de entrenamiento. — Me voy a entrenar.

Cheryl levantó el rostro, sus bonitas y largas pestañas agitándose quedamente. Toni se estaba colocando los guantes, con la mirada fija en Cheryl.

— Pu-puedo... — Tragó saliva. — ¿Puedo ir contigo?

— No.

— B-bien, sí. De acuerdo.

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