Conocer a Ivanov fue algo que Cheryl solo podría describir como escalofriante. El hombre no habló directamente con ella; con nadie en realidad. Simplemente entró al enorme salón donde todas se encontraban y besó a Elizabeth en la mejilla para luego sentarse en el imponente sofá individual que a ojos de Cheryl, perfectamente podía asemejarse a un trono. Escuchó en silencio, al igual que todas, la información sobre Leonardo que Verónica estaba otorgando. Desde la muerte en cadena de sus socios, Leonardo perdió su inquebrantable muralla de protección. El rumor de la muerte de sus amigos se expandió rápido y quienes podrían haberlo ayudado, prefirieron cerrarle la puerta por miedo. No más ministros, ni jueces, no más mafia ni fuerzas gubernamentales; Leonardo Topaz estaba solo. Ya no habría manera de sacarlo de prisión si Ivanov mostraba todas las pruebas incriminatorias de las fechorías de Leonardo. Sin embargo, no era una condena en prisión lo que buscaban para él. Era la muerte.
— Su casa suele estar resguardada. — Verónica miró a Toni. — Nada de lo que no puedas encargarte.
Toni asintió.
— ¿Entonces, cuando partimos? — Preguntó Betty colocándose de pie. — Necesito hacer mis maletas y...
— No vas. — Todos giraron su rostro. Ivanov había hablado. — Te quedas fuera desde ahora. Tú y Verónica.
— ¡¿Qué?¡ ¡No puedes estar hablando en serio! — Elizabeth caminó hasta su padre. Lucía horrorizada con lo que Ivanov había demandado; la rabia se filtraba por sus bonitas facciones. — ¡¿Sabes cuánto he esperado por esto?!
Ivanov respiraba lento y no movía ni un músculo facial.
— No me importa, Elizabeth. No vas a ir.
— ¡No me harás esto! No puedes... — Las últimas dos palabras salieron ahogadas. Cheryl buscó con la mirada a Toni, quien le dijo con un dedo índice sobre los labios que permaneciera en silencio.
— Rubia... — Intentó Verónica. Parándose tras Betty y sujetándola con suavidad de los hombros.
— ¡Suéltame! — Se removió. — ¡Fue mi hermano quien murió por su culpa! No me dejarás fuera de esto.
Ivanov no dijo más. Se colocó de pie y dirigió su mirada a Toni.
— Partimos en una hora. — Toni inclinó su cabeza en ratificación y presenció como el mafioso dejaba el gran salón.
Betty ahogaba un llanto en el pecho de Verónica y Cheryl tenía su vista fija en el suelo, sintiéndose completamente enajenada a lo que ahí ocurría. Todas eran parte en eso y aun así, ella no parecía tener nada que ofrecer.
— Corderita. — Cheryl levantó la mirada. Los ojos de Toni estaban fijos en ella. — Tú también te quedarás aquí.
— No — respondió con calma. — Y si te vas sin mí, Antoinette... — Tragó amargo. — Juro que no me encontrarás cuando vuelvas.
Se enfrentaron con la mirada. Los orbes de Cheryl peleando con los ónices de Toni, poniendo todo de sí para no quebrarse. No sabía si podría cumplir su amenazada y dejar a Toni; seguramente no. Sin embargo, Toni no estaba dispuesta a arriesgarse.
— De acuerdo — concedió. — Irás conmigo... — "Solo, no me dejes, moriría si lo haces". No pudo terminar la frase, pero Cheryl vio el miedo en sus ojos.
— No es justo — hipó Betty. — Hi-hice todo esto... — Sus hombros se sacudían debido al llanto. — Y no podré... No tendré mi venganza.
— La tendrás — Aseguró Cheryl, colocándose de pie. Elizabeth giró sobre sus talones para verla. — Yo tomaré tu venganza, Betica. Lo juro.
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Prisionera
FanfictionCuando Cheryl Blossom escuchó la sentencia del jurado, el mundo se desmoronó ante sus fanales vidriosos e índigos, condenada a cinco años de prisión por una negligencia médica que no cometió, fue trasladada hasta una prisión de máxima seguridad, ten...