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Rhea

—Amor... Rhea...

Escuché desde la distancia la voz de Bada.

Se escuchaba muy lejano; abrí con cuidado mis ojos, ya que los sentía pegados, seguramente era por las lagañas.

Los abrí finalmente y vi el cuerpo de Bada sentado a un lado mío.

—Ya debemos estar en el set—dijo mientras me tomaba del brazo para sentarme.

La cabeza me ardía y sentía cómo mi estómago gruñía; tenía hambre y náuseas a la vez.

Me levanté lentamente de la cama y fui al baño. Mojé mi cara con agua fría para despertarme.

Tenía ropa de Bada puesta, ropa mayormente holgada que alcanzaba a tapar las pequeñas marcas que se veían en el inicio de mi cuello. Está bien, no me importaba, así que no me cambié.

Amarré mi pelo en una coleta algo despeinada y salí del baño hacia Bada.

Llevaba la sudadera gris que le había regalado; se veía muy bien en ella. Tenía sus marcas tapadas.

—Hola, amor—dije dándole un beso en la mejilla—. Te quedó bien el maquillaje.

—Gracias, lo hice tal cual recuerdo que lo hiciste—respondió, rodeando mi cintura en un abrazo—¿Cómo te sientes?

—Me duele la cabeza, pero es soportable... ¿No hice algo raro? Me han dicho que suelo hablar mucho cuando estoy ebria.

No recordaba mucho sobre anoche.

Espero no haber hecho algo extraño.

Bada empezó a reírse.

La miré sorprendida.

¿Qué había hecho?

—Te comportaste algo agresiva cuando empezaste a tomar, lloraste en la tina y al final te quedaste totalmente dormida. No vomitaste, así que supongo que en el día lo harás.

¿Agresiva?

—¿Lloré? ¿A qué te refieres con agresiva?—pregunté.

—Conmigo, te dije que no debías beber mucho, pero me ignoraste diciendo que no soy tu mamá... Yo sé que no soy quien para decirte cómo comportarte, pero ponerte así de ebria fue muy estúpido. Sé que estaba yo para cuidarte, pero...—respondió, cambiando su tono a uno serio pero sin llegar a regañarme. Me soltó mirándome.

Me senté en la esquina de la cama recordando un poco sobre lo que Bada me estaba diciendo.

Recordaba la música de la discoteca y la luz casi nula del lugar.

Estaba de acuerdo con lo que Bada había dicho; fue estúpido haberme emborrachado solo para demostrar que tengo la edad suficiente para hacerlo, y más, ya que no soy muy fan del alcohol.

—Pero... ya soy un adulto, ¿no?— dije mientras me levantaba de la cama y me ponía frente a ella.

—Legalmente lo eres, pero ser un adulto no significa ser mayor de edad...—dijo mirándome y haciendo una pausa—. Mejor vamos a almorzar para ir al set.

No quería entrar en el tema de la edad de nuevo; pasó su brazo por mi cuello mientras salíamos de la habitación.

Me senté en la barra mientras Bada me acercaba un plato con panques que ella había cocinado.

Sonreí agradeciéndole.

—Linda sudadera, ¿quién te la dio?— pregunté bromeando.

—¿Esta? Ah... mi novia— respondió siguiéndome la broma.

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Forgive Me| Bada Lee Donde viven las historias. Descúbrelo ahora