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MEDUSAS a la orilla del MAR 
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Una semana después
Academia U.A.

—¿Es normal que cada día que pasa aparezcas con más ojeras, Tamaki? —preguntó Mirio entre bocados, su voz cargada de un tono despreocupado mientras hundía los dientes en una hamburguesa.

Había pasado una semana desde que Tamaki había regresado a clases y retomado sus entrenamientos. Los días parecían arrastrarse, cada vez más pesados para él. En los comedores de la U.A., mientras Mirio comía con el mismo entusiasmo de siempre, Tamaki mantenía la cabeza apoyada entre sus manos, luchando por mantenerse despierto. Sus párpados pesaban como si cargaran el peso del mundo.

—¿Qué dices? Estoy... igual que siempre... —murmuró, sin siquiera levantar la vista, con la voz ronca y apagada, su ceño fruncido bajo la sombra de su flequillo desordenado.

Mirio se encogió de hombros, antes de frotar la espalda de su amigo con un gesto reconfortante. —Te dije que no te sobrecargaras con los entrenamientos. Los maestros te dieron tolerancia, incluso el Dr. Nezu dijo que te tomaras tu tiempo.

—Oh, te estás pareciendo al profesor Aizawa, Tamaki —bromeó Nejire, apareciendo detrás de los dos con una sonrisa relajada, cargando su bandeja de comida.

Mirio rió, contagiado por la ligereza de Nejire, pero Tamaki apenas esbozó una sonrisa débil antes de suspirar.

—Claro que no —Tamaki suspiró, alzando un poco la mirada, lo suficiente para mirarlos —No importa lo que haga, no puedo descansar bien... —dijo finalmente, bajando el tono de su voz, como si confesara algo que ni él mismo entendía del todo—. Mi cuerpo simplemente lo... rechaza.

—¿Y eso por qué? —preguntó Mirio, esta vez con más seriedad.

Un silencio se coló en la conversación. Tamaki levantó la cabeza despacio, sus ojos estaban vacíos, su mirada perdida.

Es cierto, él no había contado a sus amigos le que había sucedido ese día en la cárcel.

Tras unos segundos de tensión, solo logró decir tres palabras:

—No lo sé.

Nejire tomó asiento frente a ellos, apoyando los codos en la mesa mientras lo observaba con ojos curiosos. —Escuché que el coma puede alterar tu ciclo de sueño —comentó—. Recovery Girl dijo que tu cuerpo está intentando adaptarse de nuevo a tu rutina, no le des tantas vueltas al asunto. Tal vez en una semana te sientas mejor.

Tamaki asintió, pero su mente no dejaba de divagar. ¿Y si no era solo eso? Cada vez que intentaba dormir, esa sensación... ese frío, esa oscuridad, volvían a rodearlo. Algo que parecía un recuerdo borroso, un presagio que lo atenazaba sin razón aparente.

𝐌𝐄𝐃𝐔𝐒𝐀𝐒 𝐀 𝐋𝐀 𝐎𝐑𝐈𝐋𝐋𝐀 𝐃𝐄𝐋 𝐌𝐀𝐑 | Tamaki AmajikiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora