Las medusas son criaturas fascinantes: no tienen corazón, cerebro, ni siquiera saben que están vivas. Flotan en el mar, llevadas por las corrientes, viviendo una existencia sin conciencia ni memoria.
Un día ella despierta en un lugar fuera de su ent...
﹒➜ MEDUSAS a la orilla del MAR #O9 ﹒➜ Entre muertos y testigos
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"Nunca lograrás atraparme."
El eco de las palabras del espectro resonaba una y otra vez en la mente de Tamaki, como una sombra que se negaba a disiparse.
Intentaba no creerlo. Se esforzaba por mantener su concentración, pero esas palabras se enredaban con sus pensamientos, sofocando cualquier intento de serenidad.
—Tengo hambre —anunció Nejire, rompiendo el silencio que se había asentado dentro del auto. Su voz era suave, casi casual, pero había una firmeza en su declaración, como si fuera un hecho inevitable—. Creo que esta noche nos quedaremos sin cenar.
Mirio, siempre optimista, sonrió, su expresión como un rayo de luz en medio de la tormenta que azotaba el exterior.
—Hay algo de comida en el maletero. Podemos comer mientras esperamos que pase el mal clima.
La sugerencia fue recibida con gratitud, y en cuestión de minutos, los tres se acomodaron mejor, sacando bocadillos y compartiendo el poco calor que ofrecía el interior del auto. Aunque el ambiente seguía cargado por la duda del viaje y lo que les esperaba, el pequeño banquete ayudó a distraer las preocupaciones momentáneamente. O, al menos, a Nejire, que no podía estar quieta. Mientras los demás comían en silencio, ella había comenzado a desplegar sus notas de investigación sobre su asiento.
—Tamaki —dijo de pronto, levantando la mirada de un papel que había captado su atención—. ¿Los médicos no te dieron información sobre lo que pasó con tu cuerpo después del rescate?
Tamaki, absorto en sus propios pensamientos, tardó un segundo en reaccionar. Se detuvo a medio bocado y levantó la vista, confundido.
—¿A qué te refieres?
Nejire entrecerró los ojos y se inclinó hacia adelante, como si compartiera un secreto.
—Investigué sobre las heridas que tenías... O, mejor dicho, sobre las picaduras que reemplazaron las heridas graves —explicó, sacando varios papeles de entre sus notas—. Cuando Mirio me contó lo que pasó, me pareció muy extraño, así que investigué un poco más. Y llegué a la conclusión de que... tuviste mucha suerte de no morir.
El interés de Tamaki, que hasta ese momento había sido prácticamente nulo, se despertó de golpe. Se acomodó en su asiento, mirando los papeles que Nejire le extendía con una mezcla de curiosidad y escepticismo.
—¿Mucha suerte? —repitió él, esperando que ella explicara sus palabras.
Nejire asintió, sus ojos brillando con la intensidad de alguien que acababa de descubrir algo importante.
