#: O1

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MEDUSAS a la orilla del MAR
#O1 ﹒➜ Conciencia

El tiempo dejó de tener significado desde aquel momento en el que ella se creyó que ya no podía morir

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El tiempo dejó de tener significado desde aquel momento en el que ella se creyó que ya no podía morir.

Ignorante de su propia esencia, ajena a la noción de la conciencia, es una entidad que descansaba en las profundidades del lecho marino, en un letargo ancestral cuyo inicio se pierde en la infinidad del tiempo.

¿Se la puede llamar espíritu? Para las criaturas que habitan las profundas simas marina, sí, lo es, pues allí reposaba, vulnerable, tranquila y sumida en un sueño sin fin del que nunca emerge. Los seres marinos se acercaban, curiosos, para estudiarla, para intentar descifrar su verdadera naturaleza.

Su cuerpo, iluminado por un brillo intenso que reflejaba ser puro parecía ser un milagro. ¿Acaso era un regalo de los dioses que nació para proteger el mar?

Mas no, no es una guardiana y mucho menos algún espectro como lo especulan.

Alguna vez, fue una humana.

En ocasiones, cuando la marea cambiaba y todo a su alrededor quedaba en silencio, pequeños destellos de conciencia alcanzaban su ser. Su instinto humano resurgía, y aunque desconocía su identidad, el miedo la invadía.

No podía ver, la oscuridad era lo único que domina su visión.

No podía escuchar, su audición se recudía a nada más que un sonido muerto y ahogado.

No era consciente de casi nada, pero había algo que sí sentía.

Un golpe constante, naciendo desde lo más profundo de su ser.

Su corazón.

Detestaba aquella sensación, ese pulso frenético que martillaba su pecho, le provocaba un pánico abrumador, la impulsa a volver a su estado vegetativo, a la pérdida total de sus sentidos y a una total quietitud.

Esa ausencia de percepción, esa nada, ese vacío... eso sí le agrada. Encontraba consuelo simplemente existiendo.

El tiempo seguía su curso, difuso, indefinible, seguramente pasaron muchos años. Incluso siglos.

Después del transcurso de ese tiempo, su cuerpo volvió a reaccionar. Esta vez, sin ninguna reacción con el martillazo en su pecho y sin rastros de temor.

¿Sin temor? Qué peculiar.

La novedad era desconcertante. Pero incluso antes de alguna reacción, el murmullo del océano se presentó. Era algo inesperado, casi desconcertante. Como si todo sucediera muy rápido, en contra de su voluntad.

Sus ojos, por un breve instante, se abrieron. La visión era borrosa, pero distinguió un fulgor cegador que llenaba su campo de visión. Un brillo cuya fuente no comprendía de dónde venía, un fulgor intenso y cegador.

Ella era ese fulgor.

La cantidad increíble de sensaciones fue demasiada, no sabía cómo controlarlas, qué hacer con ellas. El pánico regresó a su cuerpo, y con ello el latido implacable en su pecho comenzó a intensificarse, incómodo, insoportable.

Sin pensarlo, optó por refugiarse una vez más en la seguridad de la nada. Y el tiempo, como antes, se extendió en años infinitos, mientras ella permanecía, solo ocupando un lugar en el vasto océano.

Sin emociones, ni reacciones.

𝐌𝐄𝐃𝐔𝐒𝐀𝐒 𝐀 𝐋𝐀 𝐎𝐑𝐈𝐋𝐋𝐀 𝐃𝐄𝐋 𝐌𝐀𝐑 | Tamaki AmajikiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora