3: No Confíes Tanto.

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Ya van dos días desde que le inyecté para calmarla un poco. Desde entonces, se ha relajado y no me ha causado problemas, para mi suerte. Aunque no puedo confiarme completamente, ya que podría ser una trampa, por el momento se está mostrando algo sumisa, a pesar de que lleva dos días sin comer. Decidí no ser tan dura con ella.

Mientras me preparaba algo de beber en la cocina, pensé en pasar un rato con ella para que no se sintiera tan sola. Desde hace dos días no la había visto y había impedido que Leah y otros empleados le llevaran comida. Suponiendo que estaría con hambre, decidí prepararle algo de comer, o más bien le pedí a Leah que lo hiciera, ya que no soy muy buena en la cocina. Mientras tanto, decidí subir para ver cómo estaba.

A mitad de camino, Rosé me llamó para decirme que dentro de unos días vendrían a hablar conmigo. Aunque trató de no mencionar a Jennie, ya me imaginaba lo que podría ser. Solo le dije que estaba bien y continué hasta la habitación.

Al entrar y verla, estaba recostada en la cama, enrollada como un bollito. Su dolor por no comer era evidente. Me acerqué un poco, y en cuanto me vio, su mirada reflejó una mezcla de tristeza y desafío.

—Vaya... creí que te habías olvidado de mí y me ibas a dejar morir agonizando —dijo con voz quebrada.

—No me olvidé de ti, he estado algo ocupada, es todo. Además, tú dijiste que no comerías porque estabas en huelga, ¿no? —respondió, con un tono implacable.

—Sí.. aún sigo.

—Hagamos un trato, ¿quieres? Si comes algo delante de mí, llamaré a tu mamá y hablarás con ella. Pero te advierto que todos los teléfonos están conectados, así que si haces o dices algo demás, estarás muerta.

—N-no quiero.. no es justo que me extorsiones así.

—Tú eliges: comes algo y la llamo, o te dejo sin comer dos días más. —La miré con seriedad.

—¿D-dos días? —se quejó del dolor—. Puedo soportarlo..

—Jennie.. no me obligues a ser mala contigo. Créeme, no te gustará. Pero si no comes y sigues así.. creo que tendrás que volver a dormir. —Me levanté a propósito.

—N-no.. no quiero dormir. Por favor, no te vayas, hablemos.. me estoy volviendo loca tanto tiempo sola. —Estaba visiblemente tensa.

—Está bien, ¿qué quieres saber? —Me senté algo cerca de ella.

—¿Dónde estoy? ¿Por qué me haces esto?

—Estás en alguna parte de Tailandia, no te voy a decir cuál por razones obvias.

—¿Me vas a matar o lastimar o ambas? Aunque no me respondiste lo otro..

—No, no voy a hacerte daño, y lo otro no puedo responderlo.

—¿Volveré a ver la luz algún día? —Suspiró, visiblemente preocupada.—Si te portas bien y haces lo que te digo, tal vez.

—¿Mike te pagó por esto, no? Aunque no tiene ni un centavo ese mendigo.

—No, ya te lo has respondido tú sola. Él me debía dinero y te entregó a mí como pago, así que ahora eres mía.

—Joder... —Intentó no llorar—. ¿Qué quieres de mí?

—No te lo puedo responder ahora. Ya son muchas preguntas por hoy. Será mejor que vaya a buscar la comida y quiero que la comas.

—Si lo como.. ¿me dejarás hablar con mi madre? —Me miró con tristeza.

—Sí, pero solo si comes hasta el último pedazo que quede.

Cuando me dijo que si, a pesar de que claramente le extrañaba, me levanté y bajé para buscar algo de comer. Aunque no quería tenerle tanta piedad, ya que si lo hacía, ella podría aprovecharse de eso e intentar escapar, recordé que había dejado la puerta sin traba. Al principio corrí un poco, pero luego me di cuenta de que no tenía manera de escapar, así que me relajé y subí nuevamente.

Antava (JenLisa GiP, +18)(SIN EDITAR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora