Vínculo

Capítulo 15

Durante toda su vida, se suponía que debía representar el sueño americano. Béisbol y sol, su mente habla con la voz de Madelyn. Esa era su marca. Un niño rubio de ojos azules que proviene de una familia perfecta y amorosa. Cercas blancas, casa suburbana de dos pisos. Una madre cariñosa y atenta que prepara el desayuno todas las mañanas, un padre que no era más que peinados alborotados, chistes de papá y barbacoas del 4 de julio.

Una infancia perfecta en rojo, blanco y azul en el abrazo de los suburbios, una obertura para una vida de amistades en callejones sin salida, victorias en las Pequeñas Ligas y días de verano pasados persiguiendo camiones de helados por calles sombreadas.

Todo era una mentira. Un gran y horrible farsa. Stan Edgar quiere controlarlo una vez más y él no puede permitir eso. No después de ver a sus hijos. Cielos, Ryan ha crecido, ya es un joven y está seguro que se convertirá en el hombre que Vengador nunca pudo ser. Y después está Lenny, su hijo de casi 1 año que si cae en manos equivocadas puede sufrir un destino peor que el suyo. Vougth puede quitárselo, encerrarlo en un maldito laboratorio y, con los precedentes de Vengador, convertirlo en un arma perfecta. No quiere eso para su hijo. No puede permitir que Lenny sea un experimento, no cuando es producto de lo único bueno y real que ha tenido en su vida. Y porque, siendo, ademas, hijo de William Butcher, Lenny puede ser más letal y peligroso que el propio John.

Vengador llevó sus brazos atrás de su cabeza, se encontraba recostado en el sillón de su departamento dentro de la Torre Vougth, sonrió como idiota hacia el techo, recordó las pequeñas manos de Lenny acariciar su rostro y los largos brazos de Ryan rodear su abdomen.

Durante años intentó llenar ese vacío que tenía en su pecho. Probó con Madelyn, con Maeve, con Torrencial e incluso con Becca Butcher; no era idiota y ahora comprendía porqué Billy casi cae en la locura al perderla. Ver a Ryan, en el joven fuerte y noble en el que se convirtió, lo hizo respetar a la mujer. Ahora lo recuerda, ella renunció a William para criar a su hijo lejos de toda la mierda de Vougth, le inculcó valores y le mostró lo importante que era el amor. Sí, Becca era una buena mujer, una mala esposa pero una excelente madre. Ella eligió a Ryan antes que a Billy y ese descubrimiento solo lo hizo sentir más miserable. Porque él prefiere morir antes que perderlo.

Vengador destruiría el mundo si William Butcher desaparece y eso no es justo ni correcto porque tiene dos hijos que deberían ser su prioridad. Pero William Butcher llenó ese vacío que nadie más pudo llenar. Los ama, más que a su vida pero no más que a Billy y está seguro que eso lo convierte en el peor padre del mundo. Entonces, quiere creer que Ryan y Lenny también se quedarían sin motivos para vivir si perdieran al inglés y eso le da un poco de tranquilidad, porque aunque Ryan es su hijo biológico, sabe que el joven ama más a Billy y el está bien con eso.

Y Lenny ni siquiera debe querer a Vengador. Lenny sólo ha conocido un padre y eso lo tranquiliza, porque si a él no le molesta que Lenny y Rayn prefieran a Billy antes que a él, ellos tampoco deben enojarse porqué él prefiere a Billy antes que a ellos. Sonríe una vez más y siente pena por la persona que intente lastimar a William. Sonríe una más vez y cree que la balanza está equilibrada. Billy vale lo de tres Vengadores juntos; Ryan, Lenny y John. Efectivamente, Butcher lo es todo para ellos y sabe que sus hijos están bien con eso.

Poco a poco, el sueño lo vence y agradece al cielo que su padre no vaya irrumpido en sus aposentos, está comenzado a odiarlo y su cercanía sólo lo pone de mal humor. Algo en él no le da confianza y ojalá se equivoque con respecto a él, lo último que necesita es tener que matar al hombre que de cierta manera le dio la  vida, le prometió a Billy y a Ryan ya no cometer asesinatos, pero algunas personas simplemente no cooperan.

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_ ¿Enserio confías en Caporal?

Eran cerca de las dos de la mañana y los chicos estaban reunidos en su oficina improvisada. William, quién fue el último en llegar debido a que era casi imposible salir de la Torre, dio un bostezo y descruzando sus brazos, sacó una grabadora del bolsillo de su larga gabardina negra.