Despertar.

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" Cuando estás dormido lo más triste de despertar, es que tienes que dejar todo un mundo de fantasía atrás. Pasas de poder volar, de ser un ente sobrenatural, a convertirte en nada más y nada menos que en un: simple mortal."

- Lith.

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3 de marzo, 2024.
New York, USA.

Lith Monserratte:

Desde que estuve en el vientre he sido la excluida de la familia. Al tener una niña en su primer embarazo mamá quería que yo fuera un niño, por lo que cuando le dijeron que era todo lo contrario no me quiso.

Incluso cuando nací, ella se rehusó a darme pecho porque no era lo que quería y aún así, no tuvo el valor de abortarme. Habría preferido eso antes de venir a este mundo solo para sufrir desprecio tras desprecio.

Cuando cumplí los seis años, fuí la mejor estudiante de mi escuela y recibí un premio, pero como mamá estaba enfrascada en cumplir todos los deseos de mi hermana mayor y mi padre estaba trabajando para darnos de comer, tuve que ir con mi madrina al lugar donde me lo darían. Recuerdo que estaba muy feliz, apesar de que ella no se molestó en darme una mirada, en decirme un "felicidades, hija". Nada, solo me ignoró.

A los 11 salí de la escuela y entré al instituto, a mi graduación fue por obligación y en cuanto me entregaron mi título se marchó por asuntos de "trabajo".

Cuando cumplí los 15 no esperaba ya nada de ellos. ¿Qué podrían decirme para remendar todos los años de maltrato que había vivido? Harían falta mil años para cerrar las grietas que tenía mi corazón.

En el instituto conocí a mis dos mejores amigos, pero cuando estaba en el antepenúltimo año uno de ellos murió y solo quedamos Ellie, nuestro dolor por su pérdida y yo.

A dónde sea que viera había dolor. Hasta que encontré un libro tirado debajo de la cama de mi abuela y fuí capaz de salir de mi mundo y entrar a uno mágico, uno donde era capaz de volar sobre dragones, o traspasar paredones. Incluso podía controlar los elementos.

Los libros fueron mi salida, páginas y letras capaces de cerrar cada una de mis grietas.

Los libros fueron capaces de curar parte de mi alma.

Hasta que cumplí 17 y fuí prometida a un hombre que era mucho mayor que yo. Por más que le rogué a mi madre que no me hiciera contraer matrimonio ella me ignoró. Me decía que me conformara porque al menos uno se había fijado en mí.

Así que comencé a fingir y, aunque cada día en mi se habría una grieta, la tapaba con una falsa sonrisa digna de una estúpida marioneta.

Dejé la universidad, dejé de sonreír sinceramente, dejé de ser yo misma y empecé a ser la imagen misma de lo que mi madre quería.

Solo cuando estaba con Ellie o en el cementerio me permitía dejar la máscara. Muchas horas pasé llorando sobre la tumba de mi mejor amigo esperando su abrazo que nunca llegó.

Sentía en la piel de mis muñecas unos grilletes que me quemaban, no me dejaban ser libre. Estaba encadenada, encerrada en un calabozo de dolor y sufrimiento pero, aún así, no tenía el valor de salir de esa cárcel a la que llamaba vida.

Y ahora que estoy en paz no quiero despertar, en serio no quiero hacerlo, pero no lo puedo controlar. Siento que el lugar en el que estoy me dice que ya es tiempo de regresar.

Liberada [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora