Día del reclutamiento (parte 1)

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Abril de 2024.
En alguna ciudad de Estados Unidos.

Lith Monserratte:

— Debo admitir que te ves jodidamente sexy con ese uniforme.

Y solo con esa frase, me arrepiento de haber permitido que ese imbécil se subiera a mi auto, pero no puedo hacer nada, porque para poder llevarlo tengo que ir con un superior y, por si fuera poco, no nos dan a los cadetes información sobre la sede del cuartel, asi que, o llegamos en el transporte que la organización preparó para los reclutados, o llegamos en compañia de un superior.

Y, para mi total desgracia, cuando le pregunté a Hugo si podía llegar por mi cuenta y me explicó el caso, al único que pude elegir como compañero fue a Braylon, ¿Por qué? Pues ni loca iba a ir con la víbora, con el demente ni siquiera lo sopesé, por alguna extraña razón parezco no agradarle a Sonia y, Hugo, él ni siquiera fue una opción.

Cómo lo destesto por ésto.

Se puede decir, que la tregua que había creado con él se fué a la mierda desde el día de la cena.

Sigo hablándole, claro, pero ya no es lo mismo, ya no lo llamo gorila ni él me dice enana. Supongo que el día en que los chicos llegaron, el gorila quedó sepultado y salió a relucir su lado de comandante. Y, ese mismo día, la enana quedó sepultada y salió a la luz Lith Stales.

Porque sí, mi nuevo apellido es el de Nani y no puedo estar más orgullosa de portarlo. En conclusión, la enana y el gorila tienen una tregua, Lith y el comandante Sating, no.

— Cierra la boca, Braylon, o te juro que te lanzo por la puerta del coche. — el hombre suelta una risita divertida.

En serio, no sé porqué demonios acepté que viniera conmigo, sus comentarios pervertidos me tienen con dolor de cabeza.

— Vamos, el color vinotinto te queda perfecto, resalta tu piel de porcelana y...

Doy un frenazo que—de no ser por el cinturón de seguridad—casi causa que su bonito rostro se estampe contra la guantera.

— Sigue y te mando derechito al cementerio.

Con los ojos bien abiertos y una sonrisa perezosa levanta las manos en señal de rendición.

— Calma, fiera, no me vayas a morder.

Pongo los ojos en blanco y piso acelerador de nuevo. No sé si es por los nervios pero estoy de un humor pésimo, quizás es porque tuve que dejar a Nani, Vicky y a la mayoría de mis adorados bebés —mis libros— en casa. Solo pude traer conmigo los que entraron en la maleta, aparte de mis bragas y algo de ropa para dormir, claro. Porque cuando Nani me dijo que podría usar lo que quisiera se refería a si llegaba a ser parte de la élite, ya que ellos tienen más privilegios que un soldado de rango bajo.

Mientras yo sea parte de ellos, no podré ni salir del cuartel, lo que es fatigante, porque no podré verla en tres largos meses.

— Mejor dime— sin perder la carretera de vista, le hablo al idiota que me acompaña —¿Cuánto tiempo falta para que lleguemos?

—¿Después de haber conducido por al menos una hora? Como 50 minutos, si eres rápida.

Abro los ojos al límite, le echo una mirada rápida y piso acelerador a fondo, de lo contrario llegaremos tarde al Inicio.

— Maldito seas, ¿Por qué no me dijiste que era tan lejos?

— Tú no preguntaste. —bromea y comienza a reírse de su propio chiste.

Respiro profundo intentando buscar calma. En serio, apesar de haber estado conviviendo con él los últimos tres días, en ocasiones sus ocurrencias me sacan de quicio, justo como ahora.

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⏰ Última actualización: Sep 27 ⏰

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