29- globo de nieve 🎧

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En el regreso a casa, le digo a mamá que haga una parada, ya que vi algo en una tienda.

- ¿Qué quieres, Zoe? ¿Por qué te quieres bajar aquí?

- Mamá, luego te veo en casa.

- ¿Estás bien? - pregunta mamá.

- Sí, mamá, estoy mejor que nunca. - le regalo una sonrisa y le beso la mejilla.

- Toma, mamá, - le doy los audífonos.

- ¿No los llevarás?

- Sí, el tiempo está lluvioso y no quiero que se mojen. Te veo en casa, mamá.

Me bajo del auto de mamá y me quedo observando desde afuera, a través del cristal, veo un pequeño globo de nieve; aun mi rostro estaba enrojecido desde que había hablado con el Dr. Sánchez.

Entro a la tienda y tomo el globo de nieve, es hermoso; la nieve cae dentro de él, tiene un pequeño muñeco de nieve dentro.

- Señorita, ¿no llevará? - me pregunta una chica. Yo solo asiento y saco dinero de mi pantalón y se lo doy.

No traía mucho dinero, saqué el dinero que me queda y lo cuento, solo me alcanzaba para un taxi, pero para el regreso no creo.

- Ya pensaré en el resto luego - digo y paro un taxi, me adentro en él y me siento.

- ¿Hacia dónde la llevo, señorita? - me dice el conductor.

- Hacia el cementerio, por favor, le haré una visita a mi hermana. - Durante el camino escucho una música relajante que el conductor tiene puesta, mientras yo veo el globo de nieve.

- Ya llegamos, señorita - me dice el conductor y yo le pago el viaje.

- Gracias, señor, que tenga un lindo día - le digo y le regalo una sonrisa de labios cerrados.

- Gracias, señorita, también espero que tenga un lindo día - me dice y luego bajo del auto y me adentro al cementerio hasta parar en la tuba de Zoi.

Hola, hermanita, aún me cuesta mucho venir a verte aquí, te amo - me corrompo un poco al decir cada palabra, te extraño mucho, mira, te traje algo, no son flores ni nada, mira, es un globo de nieve, hasta tiene un pequeño muñeco de nieve dentro. - Les digo con lágrimas en mis ojos y coloco el globo de nieve encima de su tumba.

Es difícil, Zoi, es diferente no verte, no poder abrazarte; cada día todo me hace recordarte.

Gotas de lluvia comienzan a caer y yo no me despego de al lado de su tumba.

Zoi, no puedo aún tocar el piano, no tengo el valor suficiente, pero no te mereces que te recuerde de la peor manera, sino de la mejor.

El Dr. Sánchez tiene razón, te recordaré en los momentos de felicidad y risas, no de angustia y llantos.

Ahí, tendida en el suelo con mi cabello empapado por la lluvia, mi cabello está pegado a ambos lados de mi rostro y mis lágrimas están mezcladas con la lluvia.

Imágenes de Zoi vienen a mi mente, pero solo imágenes de los momentos felices: cuando cenamos en familia, los momentos en los que tocaba el piano y ella lo escuchaba atentamente, cuando me maquillaba, cuando caía la nieve y jugábamos en ella, cuando jugábamos a darnos con las almohadas y mamá nos regañaba por eso y nosotras solo nosotras solo nos reíamos a carcajadas, escucho sus risas, lo alegre que era. Todos esos momentos especiales son hermosos, y son los que se tienen que quedar en mi mente, no los malos.


Paso mi mano por mi cara para limpiarla un poco, no mucho la verdad ya que estaba lloviendo y mi cara seguiría empapada. Con suavidad me levanto del suelo donde estaba.

- Te amo, hermanita, y por ti seguiré adelante.

Un poco temblorosa por el frío y la lluvia, camino hacia la salida del cementerio. Cuando salgo, me encuentro con el auto de mamá.

- Hija, - me da alegría verla ahí. Ella se baja del auto con un paraguas y me tapa. Automáticamente, yo la abrazo y continúo llorando.

- Llora, mi pequeña, deja salir tu dolor. Hay personas que dicen que las lágrimas son de débiles, pero la verdad es que las lágrimas son de ser demasiado fuertes. Y eso es lo que eres, mi niña, eres demasiado fuerte. - me dice mamá mientras me abraza.

- Te amo, mamá. - le digo entre llantos.

- Y yo a ti, mi niña.

Ella me abre la puerta del auto y luego también entra ella.

- Toma, no quiero que cojas un resfriado - me tapa ella con una manta.

- Ahora, iremos a casa y prepararemos un delicioso chocolate caliente - me dice mamá y me regala una sonrisa.

- ¿Cómo sabías dónde estaba? - le pregunto mientras conduce.

- Intuición de madre - dice ella y me regala una sonrisa.

Llegamos a casa y yo no paro de temblar.

- ¿Qué pasó? - pregunta Jack preocupado.

- Prepararé un baño caliente, Jack, búscale otra manta - dice mamá y me deja con Jack.

- ¿Estás bien, brujita? - me dice Jack mientras me cubre con otra manta; yo solo asiento.

Mamá me lleva hacia el baño y cuando salimos, Jack ya tenía la mesa preparada.

- Oh, ¿en qué momento preparaste todo esto? - pregunta mamá sorprendida.

- Hago todo lo que sea solo por mis dos princesas; la mesa está servida - dice Jack con una enorme sonrisa y nos saca la silla para que nos sentemos.

- Muchas gracias, super Jack - le digo sonriéndole.


A Jack se le cae un trozo de carne en el piso y mi gatita Mía corre y se lo lleva. Mamá y yo nos echamos a reír.

- Amo verlas sonreír, hace tanto tiempo que no las veía así, - dice Jack con ojos empañados.

- Ahaha, no te vayas a poner sentimental ahora, eh. - le digo mientras me río.

- No, claro que no, no estoy sentimental. - dice él y pone cara de serio.

- Empalagoso, - dice mamá y nos echamos a reír los tres.

Hace mucho tiempo que no me reía de esta manera con mamá y Jack, y en esta cena, fue un momento realmente maravilloso.










El Silencio De ZoeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora