000; PRÓLOGO

1.1K 97 10
                                    


⋆𐙚₊

LA ISLA DE LOS PERDIDOS se había vuelto aburrida y tan monótona sin sus amigos ahí, solo podía dar vueltas alrededor del gran puente que ahora unía la isla con Auradon una y otra vez hasta cansarse. Desde la muerte de su padre que no se había sentido tan insignificante al lado de otros hijos de villanos, al menos ellos tenían un propósito dentro del gran reino.

En cambio él no tenía mucho por lo que progresar, se sentaba todos los días en el mismo lugar en el que su padre se sentaba a mirar, esperar y seguramente que recordar, no a su madre, eso era obvio, sino a alguien más.

Alguien que nunca volvería a él. 

Ahora esa era su nueva rutina desde aquel fallecimiento, cada día sentía que se estaba convirtiendo en su padre, esperando por algún suceso que no vendrá a su existencia.

No fue así hasta que un día, estando sentado cerca del resplandeciente puente, llegó volando hasta sus manos una carta en el cual venía el gran sello de Auradon. Henry siempre rechazó la idea de ir al reino sin razón aparente, solo porque quería estar con la memoria de su padre y no abandonarlo, pero esta era una segunda oportunidad, otra carta ofreciéndole una mejor vida.

¿Era mejor aceptar o seguir rechazando?

Guardó la carta para volver a su casa, tan vacía y solitaria, con su padre sólo eran ellos dos contra todo, ahora solo el pequeño Henry con todos los deberes del hogar. Suspiró entrando al lugar, yendo directo a poner agua para el té.

—¿Puedes creerlo? Otra carta de Auradon, pero esta vez la manda Uma. —Henry le sonrió a un ratón que caminaba por ahí, cerca de los quesos que el chico había puesto para alimentarlo. —¿Tú crees que deberíamos ir?

El chillido del ratón fue su única respuesta, haciéndole reír al chico mientras agarraba una taza y una bolsita de té.

—Sí papá estuviera aquí... ¿Qué me diría?

El sonido de la puerta fue lo que le distrajo, haciéndolo voltear e ir en dirección a esta, no tenía en mente ninguna visita.

Al abrir, un hombre mayor que él, con su particular sombrero y sonrisa se hicieron presentes. Henry abrió la boca con emoción mientras se lanzaba a abrazar a aquel señor con una notable alegría.

—¡Tío Maddox! ¡Hace tiempo que no te veía! —dijo mientras seguía en em abrazo que fue correspondido con rapidez.—Serían 12 años para ser exactos.

—Henry, que alegría. —una vez roto el abrazo, Maddox miró directo a su sobrino. —Ya estás demasiado grande, te ves igual a tu padre cuando era joven. 

—¿De verdad? He estado usando su ropa últimamente.

—Con mayor razón me dabas ese aire a mi hermano, eres su viva imagen.

Henry se sintió orgulloso de esas palabras, lo que más quería era honrar la memoria de su padre con su propia presencia. Invitó a su tío a pasar dentro de su casa, dejándolo sentarse en la larga mesa del comedor.

—Llegas a la hora correcta, el té está casi listo.

—Amo el té, creo que todos los sombrereros lo hacemos.

—Es una buena tradición.

El pitido de la tetera no se hizo esperar, el albino vertió un poco de agua en cada taza de porcelana y las llevó directo a la mesa, entregándole uno a su tío y tomando asiento con su propia taza.

Los halagos de Maddox por parte de un delicioso té ya estaban llegando, una de las cosas que más amaba Henry era ser un buen anfitrión para las fiestas de té, le dio un sorbo a su taza mirando a su tío.

❝𝐋𝐎𝐕𝐄𝐑 𝐇𝐀𝐓𝐓𝐄𝐑❞ - Bridget, Queen of HeartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora