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XI

Es treinta y uno de octubre. Mi día favorito de todo el año.

-¿Pedirás dulces?- Pregunta, mientras come algunas uvas.

-Sí, me emociona este día. Ven conmigo. Podemos disfrazarnos de algún monstruo.- Parezco un infante por emocionarme por una cosa tan pequeña como lo era halloween.

-¿Disfrazarme? Yo ya parezco un monstruo.

Esas simples palabras me hacen borrar mi sonrisa. Durante el tiempo que he convivido con Kurt he descubierto que tiene muy poca autoestima. Mientras que yo la tengo por las nubes.

Sé que él piensa que es alguien feo, pero ante mis ojos es muy atractivo.

-No digas eso. Eres muy atractivo.- Negó con una sonrisa melancólica.

-Tú si lo eres. Eres muy lindo, no me comparo nada contigo.- Lo tomó de las mejillas.

-Eres alguien atractivo, para mí lo eres.- Sonríe suavemente. Pone sus manos sobre las mias con lentitud.

-¿De qué quieres que nos disfracemos?- Sonreímos con alegría.

-Payasos.- Respondo con la misma emoción de un principio.

Parece dudarlo, pero asiente. Seguro que antes pensó "yo siempre parezco eso" o "yo siempre termino asi", sin embargo, no sé atrevió a expresarlo. Así que, con emoción lo dirigió hasta mi cuarto. Tengo un poco de maquillaje que podrá ayudarnos para caracterizarnos ese día.

Empezamos a pintarnos con un poco de base blanca.

Él termina pintándose con una sonrisa de unos pocos centímetros más que sus labios color negro, al rededor de sus ojos pinto estrellas del mismo color y con un poco de rojo a su alrededor. Pintó un circulo negro en su nariz.

En mi caso, puse un poco de labial rojo en el centro de mis labios, al rededor pintura negra formando una sonrisa que sobrepasaba en bastantes centímetros mis labios. En mis ojos hice rombos largos rojos con el contorno negro. Debajo de ellos unas pequeñas extrañas rojas. E hice un circulo del mismo color en mi nariz.

Sobre la vestimenta, él ocupo una playera negra sin estampados, una chaqueta de mezclilla gris, un pantalón del mismo material y color, con unos converse negros.

Mi vestimenta era casi igual, aunque diferente. Me coloque un pantalón azul cielo roto de las rodillas, una playera blanca y una camisa a cuadros roja.

-Te ves muy bien.- Elogía con una sonrisa.

-También tú. Te ves demasiado bien.- Rió con coquetería. Él ríe conmigo por aquel acto.

-Mejor vayamos por dulces.

Salimos de mi habitación, para tomar algunas bolsas de plástico de la cocina. No tenemos un gran presupuesto.

Es tarde. El cielo se ha pintado de tonos naranjas, morados y rosas, junto con el azul cielo.

Veo a los pequeños niños corriendo en grupo, pidiendo casa por casa unos cuantos dulces con disfraces de diferentes mounstros icónicos como Drácula, Frankestein, hombres lobos o momias. Algunos otros con personajes de moda.

-El próximo año quiero dar dulces.- Comentó mientras caminamos a la primera casa.

-Entonces, daremos dulces.- Sonríe. Toca el timbre de aquella casa.

Una anciana abre la puerta con una sonrisa. Nos da algunos dulces y se despide de nosotros con una cálida sonrisa.

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Corremos entre las calles. Lo persigo con la esperanza de lograr atraparlo. Robó algunos de los dulces que había conseguido. Él es rápido. Así que, cansado me rindo, sentandome en el concreto de una banqueta.

-¿Ya te has cansado?- Se sienta a mi lado.

-Sí. ¿Cómo es que tú sigues en pie? Hemos corrido bastantes calles.- Alza los hombres.

-No lo sé. Tal vez, tengo buena condición física.- Asiento. Me mira directamente a los ojos.

-Tengo un poco de sueño, no demasiado.- Ladeó mi cabeza.

-¿Quieres regresar al departamento?- Niego. No me apetece.

-No, quiero seguir aquí. Es más refrescante.

-Ya sé que haremos.- Se levanta con rapidez y me ayuda a hacerlo también.

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El cielo se ha teñido de un azul oscuro. Mientras, puntos de colores lo adornan. La luna sonríe con felicidad.

Está noche, el edificio abandonado no se ve diferente a las demás. Sin embargo, varios niños se alejan de ahí corriendo.

Nos encontramos en lo más alto, sentados en la orilla. Balanceo mis pies con lentitud. Kurt mira la ciudad.

Recargo mi cabeza con suavidad en su hombro, mientras aún balanceo mis pies. Comemos dulces en un silencio agradable.

No es necesario hablar para que el momento sea divertido, nuestro.

Está noche ha sido hermosa.