Capítulo 27

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Táctica #6

El ruido de mi celular resuena por todo el salón de clases, mis compañeros fijan su atención en mí y el tutor alza una ceja mirándome por encima de sus lentes.

—Señorita Sherman, ponga el celular en silencio, por favor —me regaña.

—Lo siento —me disculpo y bajo el volumen.

Necesitaba responder esta llamada, pero no podía.

Aarón: ¡Astrid, contesta!

Observo el mensaje en la pantalla de manera disimulada.

Yo: No puedo, estoy en clase.

Aarón: Estoy llegando a la universidad, ¿dónde nos vemos?

Yo: Espérame en el restaurante italiano.

Aarón: ¿Es broma? Odio los restaurantes italianos.

Dios, a veces se me olvida lo melindroso que es.

Yo: ¿El Luxury está bien para el señor?

Aarón: Sí, ahí te veo, no tardes, odio esperar.

Yo: Soy la mujer de tu vida, tienes que esperar por mí el tiempo que sea.

Aarón: ¿Mujer? Llegarás a anciana, pero a mujer nunca.

Yo: ¡Idiota! Sé que me amas.

Aarón: Por desgracia sí.

Vuelvo a guardar el móvil, no quiero otro regaño más.

—¿Me vas a contar por qué no pude dormir en mi habitación anoche? —susurra mi amiga— ¿o tal vez quieras contarme quién te saca esas sonrisas desde el celular?

—Calla —siseo—, nos van a regañar.

—Oh, espera, tengo una teoría —se acerca a mi oído— has dormido con Milo anoche y ahora están mensajeándose.

—Claro que no, estás muy lejos de la verdad.

—Venga, cuéntame, odio los misterios.

—Después te contaré.

—Eso me suena a nunca.

—En la tarde te lo explicaré todo —digo poniéndome de pie cuando suena el timbre.

—Espera, ¿no comeremos juntas?

—No, tengo algo importante que hacer, te veo luego.

Salgo casi corriendo, Aarón es un poco impaciente, odia esperar por los demás. También tenía demasiadas ganas de verlo.

Un buggy me lleva hasta el restaurante donde él se encontraba. Me bajo y entro con prisa, moría por darle un abrazo; el lugar estaba lleno de personas, pero no fue difícil encontrarlo, él resaltaba entre todos.

Lo contemplo desde lejos, llevaba un traje azul marino con una corbata de color rojo vino, su cabello rubio iba perfectamente peinado, su rostro impecable, alza la mirada cuando me detengo frente a él y los ojos marrones se le iluminan cuando me ve.

Se pone de pie y me alza en sus brazos con un fuerte abrazo.

—Dios, te extrañé demasiado.

—Lo sé, Triki —nos separamos y tomamos asiento.

—Un: yo también estaría bien.

—No me gustan las cursilerías —sonríe resplandeciente.

—¿Cuándo vas a cambiar?

Tácticas para enamorar a Storm Donde viven las historias. Descúbrelo ahora