Pequeña yo
Milo me sostiene por los brazos para que me detenga.
—Vas a pagar mis lágrimas bien caras, Milo Storm —lo amenazo mirándolo a los ojos.
—¿Qué vas a hacer?
—No lo sé, pero te diré lo que vas a hacer tú.
—¿Qué? —se acerca más a mí.
—Vas a llorar —advierto.
—Ja, ja, no me digas —sonríe sarcástico.
—Ya lo verás —me suelto de su agarre.
—Milo, es mejor que te vayas —le dice mi hermano.
—Ya me iba, dale mis saludos a Sander.
Me dedica una mirada que no supe descifrar y se marcha.
Me doy la vuelta para encontrarme con la mirada de decepción de mis padres y en una esquina del restaurante estaban Clay y sus padres discutiendo.
—Papá lo siento —es lo único que soy capaz de decir cuando se acerca a mí.
—¿Lo sientes? —brama— Pago millones de dólares para darte la mejor educación y me entero de que te comportas como una ramera, pero claro, lo sientes.
—No es momento para pelear —mi madre lo toma por el brazo.
—Yo sí que lo siento —escupe con ira— porque debí haberte educado mejor y no mandarte a tantas terapias que lo único que lograron fue crear a una niña débil y sin carácter.
—No le digas eso —Aarón intenta apartarme, pero mi padre no lo deja.
—No te metas, siempre has querido quitarme autoridad, pero te falta carácter a ti también, tuve dos desperdicios de hijos, a los cuales le faltaron unos cuantos golpes para aprender.
—No nos faltó carácter, ni golpes —se defiende mi hermano— nos faltó una familia, unos padres presentes, el calor de un hogar.
—No te me andes con babosadas, eres un hombre.
—Nosotros no tenemos la culpa de que no te haya tocado el título de príncipe, sino el de duque, no tenemos la culpa de que hayas vivido toda la vida frustrado por querer ser mejor que tu propia familia.
—¡Cállate, Aarón! —advierte— el problema no va contigo, deja que le enseñe a esa mocosa lo que es ser una mujer de verdad.
—¡Déjala en paz!
—¡Basta, Aarón! —intervengo— no te metas en problemas por mí, papá tiene la razón —hablo tratando de deshacer el nudo de mi garganta— soy la culpable de todo aquí.
—Quiero que desmientas todo lo que dijo ese chico.
—No lo voy a hacer —zanjo.
—¿Entonces ya no eres novia de Clay?
—No, lamento desilusionarte, padre, pero Milo dijo la verdad en todo, ya me cansé de mantener mi vida como una fachada solo por ser la hija perfecta y que al final del día tú no lo valores.
—No voy a continuar pagando tu estadía en esta universidad, sabía que eso de ser artista no era buena idea, me imaginé que te volverías rebelde igual que todos, eso es lo que enseñan aquí.
—No pienso irme.
—Tú haces lo que yo te diga, para eso soy tu padre, la próxima semana te incorporaré en la universidad de Harvard, ahí estudiarás una carrera de vergüenza.
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Tácticas para enamorar a Storm
RomanceAstrid Sherman, hija de un respetado Duque, acaba de entrar a la universidad de bellas artes más prestigiosa del mundo, dispuesta a cumplir su sueño de ser una gran artista. Luego de un brusco cambio en su vida, Astrid decide comenzar a vivir nuevas...