Feliz aniversario, ArtMuse
—Di lo que tengas que decir y lárgate, actúo en una hora y no quiero llegar tarde —declaro tratando de mantener la calma.
—Tranquila, seré breve, tocaré el piano junto a la orquesta escolar, tampoco quiero llegar tarde.
—Entonces debiste venir en otro momento.
—Lo siento, estaba nervioso, además, llevo días sin poder dormir bien, siento que si no me libero contigo no tocaré bien en la presentación.
—¿Me estás culpando por tu falta de concentración? —bufo, esto era lo que me faltaba.
—No me malinterpretes, quise decir que la culpa no me deja en paz —explica.
—A ti la culpa y a mí la incertidumbre, la decepción, el desamor, la ira, la soberbia, incluso el orgullo que me he tragado mil veces para no aparecer en tu dormitorio pidiendo explicaciones.
—Lo siento Astrid, no tengo excusas, solo puedo pedir perdón.
—Tus disculpas no van a sanar mi corazón roto —confieso con un nudo formándose en mi garganta.
—Lo sé; sin embargo, no hay nada más que pueda hacer, tal vez pueda acabar con tu incertidumbre respondiendo sinceramente a todas las preguntas que quieras hacerme —propone y yo lo miro con desconfianza.
—¿Lo dices en serio?
Asiente con la cabeza.
—¿Responderás con sinceridad?
—Lo haré —acepta cruzando los brazos sobre su pecho.
—Primera pregunta —me siento frente a él como si esto fuera un interrogatorio— ¿Desde cuándo?
—Cuando entré a la universidad y comencé a convivir con Frank comencé a tener pequeñas dudas, pero yo quería pensar que era algo normal, que todos los chicos de mi edad en algún momento se preguntaban sobre su sexualidad. Con el tiempo nuestra amistad fue teniendo algunos momentos incómodos, pero que me dejaban pensando, no sabía cómo explicar lo que sentía, no tenía idea si estaba bien o mal, en casa nadie me explicó cómo debo afrontar una situación así —se frota la sien como si le costara hablar del tema— Papá siempre me pidió que le contara cuando tuviera mi primera vez con una chica, pero nunca me dijo que me podía llegar a gustar alguien de mi mismo sexo.
—Debió ser complicado —admito poniéndome en su lugar.
—Lo fue, porque el primer golpe duro fue darme cuenta de que me gustaba mi compañero de dormitorio y el segundo fue comprender que el amor que siento por ti no era algo de parejas, era el amor que sientes por un hermano o un familiar cercano.
—¿Por qué no me dijiste?
—Era complicado, Astrid, al principio quería negarme, reprimir todo lo que sentía, pensé que con el tiempo se me pasaría, que esto no era más que una faceta de esta edad tan complicada que vivimos.
—Pero no pudiste, ¿cierto? —concluyo por él y alimento el dolor que sentía mi alma.
—No quise seguir intentándolo, porque cuando veía tus ojos cafés decirme te amo yo sufría; sufría porque quería dejarte ir para que encontraras a alguien mejor y a la vez quería convencerme de que todo podía volver a ser como antes.
—Lo siento mucho, siempre te presioné y no te deje expresar lo que sentías —libero las lágrimas que estaba reteniendo desde que comenzó la conversación— Y luego, en lugar de tratar de entenderte, solo te juzgué.
—No te culpes, soy yo el único culpable por no saber ser un buen hombre para ti. —Dos gruesas lágrimas se escapan de sus ojos—. Nada me habría gustado más que continuar con nuestros planes y casarnos luego de la universidad, pero no puedo ocultar lo que soy.
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Tácticas para enamorar a Storm
RomanceAstrid Sherman, hija de un respetado Duque, acaba de entrar a la universidad de bellas artes más prestigiosa del mundo, dispuesta a cumplir su sueño de ser una gran artista. Luego de un brusco cambio en su vida, Astrid decide comenzar a vivir nuevas...