Charles

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Antes de que pudiera darme cuenta, Él príncipe Louis y su familia habían sido exportados nuevamente a Inglaterra. De un momento a otro Serena y Matteo se comprometían, y yo solo miraba como todo surgía. La relación entre la reina y el rey Juan fue empeorando. Pero eso no indicaba una posible separación. Juan aún amaba a la reina y ella seguía queriendo poder. Ha pasado 3 semanas desde aquellos sucesos y mi único deber aquí es enseñar a Serena a surfear que por cierto ya solo me queda una semana antes de que el contrato se acabe.

**una semana atrás**

-¡Eso, Serena tu puedes!- oí decir a Matteo mientras la veía montar una ola mediana.

-¡Acuérdate de tu postura!- Matteo se volteó y me miró mientras daba órdenes.

Tan pronto salió del agua y vi como me lanzaba esa mirada tan pura, tan llena supe que debía hablar con ella tan pronto pudiera.

-Lo hiciste genial, Serena.- Matteo le dió un beso en la comisura de sus labios. Fruncí el ceño.

Agarré mi tabla y me dirigí a la orilla. Volteé un momento y vi a Serena mirándome preocupada. La ignoré.

Monté una ola, me sentía vivo, me sentía yo.

Mientras sentía la presión de la ola bajo mis pies, gotas de agua fluyendo por mi cuerpo y el sol en mi espalda, sonreí. Solo pude sonreír porque por fin todo estaba fluyendo. Pronto regresaría a casa, pronto volvería a mi carrera.

Escuché a Serena hechar gritos de aliento y mi sonrisa se hizo más grande. Sólo podía pensar en lo bien que habían surgido las cosas. Sigo preocupado por Serena, claro. Pero hay que soltar. Cuando no es para tí, no lo será.

***

Justo en el palacio, sentí como Serena me fulminaba con la mirada, volteé.

Me hizo una seña con los ojos para que la encontrara. Sonreí y varios minutos después la encontré sentada en su lugar.

-Has estado distante.

-Lo siento, es por tu bien, Serena.

-...

-No quiero causar problemas con tu padre. Yo te quiero, Serena. Pero pronto me voy y tu te casarás.

-Charles...

-Escúchame. Desde que te conocí has sido mi motivación. Quiero, quería ser tuyo tanto como tu mía. Pero luego de enterarme de lo que hizo Louis no puedo permitir hacerte más daño. Serena yo... Te amo, pero eso no quiere decir que me voy aprovechar de tí. Quería ser algo más pero se me olvidó nuestros estatus. Pero siempre te recordaré. Siempre.- mientras le confesaba mis sentimientos vi como a ella se le salía una lágrima.

-Charles, yo...

No se dejó terminar. Se lanzó a mis brazos y me besó como nunca. Nuestras bocas se conectaron. Sentía como poco a poco se me iba el aliento en el beso. Porque ésto era lo que quería. Quería ser siempre de ella. Quería compartir cada momento con ella. Hacerla tan mía como yo de ella. Que sin tocarme ella ha logrado crear todo lo que nunca sentí. Así me sentía, me sentía suyo. Solo de Serena. Nada más de ella.



**Actualidad**

Me arreglaba para dar mi último paseo por la ciudad, intenté hablar con el rey Juan para que me dejara hacer el paseo con Serena pero por temas de la boda no podía hacer mucho. Me dijo que por la noche planearía una cena de despedida para los dos. Espero que si se pueda.

Llamada entrante

Hola guapo- escuché del otro lado del celular.

Hola Lia.

¿Tienes un tiempo para dar un paseo? Se que te vas la próxima semana.

Sí, estoy en la cafetería del centro de Malferit.

Perfecto.

Pasado 20 minutos oí como las campanas de la puerta del local sonaban. Vi a Lia que me saludaba con la mano. Asentí y le hice una señal para que se sentara frente a mí.

-Varias semanas que no te he visto, eh.

-¿Por eso estabas aquí el día que me viste surfeando?

-¿De qué hablas, chulo?

-Del baile, ¿Por eso sabías que conozco a Serena?

-Tranquilo, lo que venga con Matteo y Serena no es de nuestra incumbencia. Ellos estaban destinados...

-¿Cómo?

-Ellos siempre se han querido, ¿Qué esperabas? ¿Una historia de amor con una princesa? Oh por favor.

-...

En mi silencio oí como llamaban a Lia por celular y ella sonreía cálidamente.

-Sí, por favor... Si que venga lo antes posible... Claro- vi como brillaban sus ojos y soltó- Quiero que conozcas a alguien.

-¿Quién?

-Ya verás.

Esperamos unos minutos hasta que por fin vimos llegar a unos hombres con un bebé de aproximadamente 3 o 4 años con ellos.

-Mira, éste es Dylan, mi hijo.

-Que... Hermoso.- el niño me sonrió y sentí mi corazón ablandarse.

-¿Damos el paseo? ¿Los tres?

-Vamos.

Dimos un paseo tranquilo, la pasé super bien. Reí, compramos helados.

Cuando llegó la hora de regresar del paseo Lia me preguntó algo que me hizo dudar.

-¿Acaso podemos empezar de nuevo algún día?

-¿Qué?

Sonrió y se volvió a un carro que la esperaba.

Miré el cielo y supe que debía reaccionar. ¿Irme o quedarme?

...

Ella Es Su Princesa (Primera Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora