Las luces de la calle se veían borrosas mientras manejaba hacia la ubicación que Kevin me había enviado. Mi corazón latía con fuerza, lleno de una mezcla de preocupación y enojo. Sabía que no debía dejar que me afectara tanto, pero escuchar su voz ebria, suplicante, me había quebrado.
Llegué al antro y vi a Esteban y Daniel tratando de mantener a Kevin en pie. Se veía totalmente fuera de sí. Esteban me vio primero y me hizo una seña para que me acercara.
—Gracias por venir, la neta no sabíamos qué más hacer. —dijo Esteban, tratando de sonar calmado a pesar de también estar ebrio.
Daniel, por otro lado, no parecía tan contento de verme. —Deberías dejarlo en paz, solo lo confundes más. —espetó, mientras me entregaba a Kevin, que apenas podía mantenerse en pie.
—No es momento para esto, Daniel —dije, tratando de mantener la calma. Kevin apoyó su peso en mí, susurrando cosas ininteligibles.
—Vamos, Kevin. Te llevaré a mi casa.. —le dije suavemente, mientras lo guiaba hacia mi auto. Daniel y Esteban me ayudaron a meterlo en el asiento trasero, asegurándose de que estuviera bien acomodado.
El viaje de regreso fue silencioso. Kevin murmuraba de vez en cuando, pero no podía entender lo que decía. Cuando llegamos a mi casa, lo ayudé a salir del auto y lo llevé adentro. Lo acomodé en el sofá, y me senté a su lado, observando su rostro cansado y adormilado.
—Lo siento... —murmuró Kevin, abriendo un poco los ojos para mirarme.
—Está bien, Kev. Solo descansa si?..—dije, acariciando su cabello. No podía evitar sentirme mal por él, a pesar de todo lo que había pasado entre nosotros.
—No puedo descansar.. Me siento de la chingada, se que hice las cosas mal contigo..Perdoname..— Su voz era algo irregular, no podía evitar sentirme mal antes sus palabras, me dolían a montón.
Acaricie su mejilla suavemente. —Te perdono Kevin. Solo necesitas descansar. —El castaño suspiró y colocó su mano encima de mi mano la cual acariciaba su mejilla.
—Puedes dormir conmigo porfavor?. —La propuesta me tomo por sorpresa pero decidí aceptar.
—El sofa es algo pequeño para dormir ambos. Necesitamos estar abrazados, ¿sabes?. —El castaño soltó una risa torpe y palmeo el sofa dándome a entender que le daba igual.
