Godzilla: El despertar de la pesadilla

Capitulo II - Titan Alfa

El rugido constante del océano y el murmullo lejano de la humanidad eran los únicos sonidos que rompían la quietud en el Coliseo Romano. Godzilla descansaba en el centro de la antigua arena, sus espinas dorsales rosadas asomándose por encima de los muros colosales, brillando con una luz suave. Mientras el titán alfa dormía, su mente viajaba a tiempos antiguos, reviviendo batallas que habían definido su existencia.

En su sueño, los recuerdos comenzaron a tomar forma: la oscuridad de la Tierra Hueca, las vastas y laberínticas cavernas, y el constante estruendo de la vida titánica que habitaba en sus profundidades. Recordaba vívidamente el enfrentamiento que había tenido contra Scar King y su ejército.

Godzilla, con sus espinas dorsales resplandeciendo en tonos azules, se encontraba en el centro de este enfrentamiento. Frente a él, se alzaba Scar King, un titán cuya inteligencia y ferocidad eran de temer. Scar King no estaba solo; a su lado, un ejército de simios gigantes se preparaba para atacar. Cada uno de ellos seguía a su líder con una lealtad ciega.

Pero el verdadero desafío no eran los simios. A la izquierda de Scar King, la imponente Shimo hacía retumbar la tierra con cada paso. Sus colmillos afilados y su mirada gélida eran suficientes para infundir miedo en el corazón de cualquier ser viviente.

Godzilla lanzó un rugido que resonó a través de las vastas cavernas de la Tierra Hueca, una declaración de guerra y un llamado a sus aliados. Desde el cielo, una forma brillante descendió con gracia y poder: Mothra, la reina de los titanes, cuya luz radiante contrastaba con la oscuridad de la batalla. Juntos, Godzilla y Mothra se prepararon para enfrentar la amenaza.

La batalla comenzó con una furia indescriptible. Los simios gigantes se lanzaron contra Godzilla, atacando con fuerza bruta y velocidad. Godzilla respondía con su aliento atómico, lanzando ráfagas de energía que redujeron a cenizas a varios de sus enemigos. Sin embargo, por cada simio caído, parecía que dos más surgían de la nada.

Scar King, observando desde una posición elevada en una de las cavernas, rugió y se lanzó al ataque. Su habilidad en combate era incomparable; cada golpe que daba con su látigo hacía temblar el suelo. Godzilla, a pesar de su poder, encontraba difícil mantener la ventaja. Cada vez que derribaba a un enemigo, otro tomaba su lugar, y la fuerza combinada de los Kong's y Shimo era abrumadora.

En un momento crucial, Shimo lanzó su rayo de hielo, congelando todo a su paso. Godzilla se vio atrapado y fue parcialmente congelado. Scar King aprovechó la oportunidad, lanzándose sobre Godzilla con una serie de golpes brutales y mortales.

Godzilla fue derribado por un golpe particularmente fuerte de Scar King. El gran simio rugió triunfante, creyendo que la victoria estaba cerca. Pero en ese instante, otro rugido resonó a través de las cavernas, uno que llenó a los enemigos de miedo y a los aliados de esperanza.

Emergiendo de las profundidades de un lago subterráneo, otro Godzilla apareció. Este nuevo aliado, una imponente figura con espinas dorsales que brillaban con una intensidad celeste, se unió a la lucha. La aparición de este segundo Godzilla cambió por completo la batalla. Con renovada fuerza, Godzilla se levantó y, junto a su aliado, atacaron a Scar King y sus seguidores con una ferocidad que no habían mostrado antes.

Mothra, utilizando sus alas brillantes y su energía luminosa, deslumbró a los simios y los mantuvo a raya. Sus ataques estratégicos y su habilidad para volar le dieron una ventaja significativa. Los tres titanes, trabajando en conjunto, comenzaron a hacer retroceder a sus enemigos.

La batalla alcanzó su clímax cuando Godzilla y su aliado enfrentaron a Shimo y Scar King simultáneamente. La tierra se estremeció y el aire se llenó de rugidos. En un movimiento final y desesperado, Godzilla cargó su aliento atómico al máximo y lo lanzó directamente a Shimo, mientras su aliado atacaba a Scar King con una fuerza imparable. Mothra, con un sacrificio heroico, lanzó un ataque final que desintegró a varios de los simios restantes, asegurando la victoria de sus aliados.